#42 - La mayor parte del conocimiento lo crean los que hacen las cosas, no los académicos
To know a thing well, know its limits. [...] Do not depend only on theory if your life is at stake.
Dune
El conocimiento lo crean los que piensan y hacen cosas
La creencia generalizada es que el conocimiento proviene de las instituciones académicas.
Sin embargo, la realidad es que la mayor parte del conocimiento se genera fuera de estas instituciones por personas que hacen cosas, experimentan y empujan los límites de lo conocido.
Los innovadores, inventores, exploradores, investigadores y emprendedores son muchas veces los impulsores del conocimiento y del progreso, mientras que los teóricos y educadores, el mundo académico en general, suele venir después sistematizando, refinando y explicando lo que ya se ha hecho.
Esta dinámica se repite en muchos campos, desde la aviación hasta el culturismo, pasando por la nutrición o la música, y nos demuestra una realidad contundente: muchas veces la práctica está varios pasos por delante de la teoría.
En muchos casos, el conocimiento formal llega desfasado respecto a lo que ya se ha descubierto de manera práctica.
Los hermanos Wright y el primer vuelo controlado
Uno de los mejores ejemplos de cómo el conocimiento se puede generar primero en la práctica es la historia de los hermanos Wright: Orville y Wilbur.
En diciembre de 1903, en Kitty Hawk, Carolina del Norte, los Wright hicieron historia al lograr el primer vuelo controlado y sostenido de una aeronave motorizada más pesada que el aire. Sin embargo, lo más sorprendente es que no conocían profundamente las leyes físicas que explicaban por qué su avión volaba.
Conceptos fundamentales para el vuelo como el principio de Bernoulli, que es clave para entender cómo la velocidad del aire sobre las alas genera sustentación, y las leyes de Newton, que explican la inercia, fuerza, acción y la reacción, ya existían.
Los Wright, sin embargo, no los aplicaron explícitamente, ya que ni los conocían en profundidad ni algunos, como el principio de Bernoulli, habían sido todavía relacionados con la aeronáutica (que aún no existía). Así que los Wright no dependieron de estos principios científicos para volar.
Su éxito fue el resultado de años de acumulación de conocimiento propio en base a sus propias teorías y a su experimentación práctica probando distintas configuraciones de alas, motores y sistemas de control.
Construyeron túneles de viento para probar modelos y medir fuerzas aerodinámicas, y desarrollaron un sistema de torsión de las alas para controlar el alabeo y el cabeceo, lo que les permitió tener un control real sobre el vuelo. Esta capacidad para dominar el vuelo en los tres ejes fue lo que los diferenció de otros intentos de volar, que fracasaron al no poder controlar sus aeronaves.
Lograron volar creando un avance radical en el conocimiento humano que además generaría un progreso espectacular para la humanidad, no porque comprendieran perfectamente las teorías detrás de la aerodinámica, sino porque crearon su propio conocimiento pensando, observando y haciendo.
El desarrollo posterior de la teoría aerodinámica explicó científicamente lo que ellos ya habían hecho.
Si hubiéramos tenido que esperar a los científicos, a lo mejor todavía no volaríamos.
Mike Mentzer y su cuestionamiento de los métodos de entrenamiento
Un ejemplo más contemporáneo de cómo el conocimiento práctico suele preceder a la teoría se encuentra en el campo del culturismo, y más específicamente en la figura de Mike Mentzer, un culturista muy influyente, ganador del Mr. Universe, quien desarrolló un método propio de entrenamiento al que denominó Heavy Duty, basado en la idea de que el crecimiento muscular no requiere largas sesiones de entrenamiento, sino que el entrenamiento se base en los principios de alta intensidad, tiempo bajo tensión, entrenar hasta el fallo muscular y sesiones mucho más largas de recuperación y descanso que lo habitual.
En lugar de seguir la norma de entrenar durante horas, acumulando la mayor cantidad de peso total levantado posible en los entrenamientos, Mentzer proponía que lo más efectivo era realizar entrenamientos breves pero extremadamente intensos, llevando los músculos al fallo.
Su enfoque retaba las ideas convencionales sobre el entrenamiento, que sostenían que más volumen y más repeticiones eran la clave para ganar masa muscular.
La ciencia, a lo largo de los años ha ido validando gran parte de sus ideas sobre la hipertrofia muscular, confirmando que su método, centrado en la alta intensidad y el tiempo bajo tensión es igual o más eficiente para el crecimiento muscular que los métodos tradicionales de alto volumen.
Mentzer no tenía una formación académica en ciencias del deporte, pero su capacidad para pensar por sí mismo, observar, experimentar y cuestionar el status quo le permitió crear un nuevo enfoque que cada vez ha sido más influyente en el mundo del entrenamiento físico.
Dorian Yates aplica el conocimiento creado por Mentzer para ganar y dominar
Uno de los ejemplos más claros del impacto de las ideas de Mike Mentzer fue su influencia sobre Dorian Yates, una de las leyendas más dominantes del culturismo, seis veces campeón de Mr. Olympia entre 1992 y 1997.
Yates, quien revolucionó el culturismo en los años 90, inaugurando una nueva era a nivel de masa muscular y definición, citaba a Mentzer como una de sus principales influencias en su método de entrenamiento. Al igual que Mentzer, Yates entrenaba con sesiones cortas, muchas veces de no más de 45 minutos por día, pero con una intensidad devastadora.
En lugar de seguir el modelo de entrenamiento que maximizaba la cantidad de peso levantado y que dominaba el culturismo en esa época, Yates perfeccionó la filosofía de Mentzer y la llevó a otro nivel.
Con su físico masivo y definido, Yates impuso un nuevo estándar en la competición de Mr. Olympia, demostrando que la práctica innovadora podía adelantarse a la teoría.
Yates entrenaba cuatro días a la semana, intentando llegar al fallo muscular en cada serie. Esto, acompañado de largos períodos de recuperación, maximizaba la respuesta del cuerpo al estímulo de cada entrenamiento.
Su éxito no solo se debió a su genética o disciplina, sino a su capacidad de adoptar ideas innovadoras y hacerlas suyas, incluso antes de que la ciencia deportiva las validara completamente.
La sociedad y su fe en la academia
Estos son sólo algunos ejemplos en campos absolutamente dispares para que veas que el planteamiento funciona a lo largo y ancho de la superficie del conocimiento humano, pero podemos poner tantos ejemplos como queramos.
No obstante, la sociedad sigue creyendo que la mayor parte del conocimiento proviene del mundo académico. La verdad es que, aunque la academia juega un papel importante en la sistematización y enseñanza del conocimiento, en muchos casos se dedica a explicar lo que otros ya han hecho.
Esto tiene dos implicaciones clave:
La mayor parte del conocimiento no se genera en el mundo académico.
Muchas veces existe un desfase importante entre lo que se enseña en la academia y el conocimiento real que ya se tiene sobre las cosas.
La sociedad cree que esto es al revés y que la mayor parte del conocimiento viene del mundo académico en general cuando, en todo caso, sería lo contrario: se crea más conocimiento cada día por parte de la creatividad e impulso de las personas por mejorar las cosas que en centros reglados de estudios e investigación, donde se hacen dos tipos de trabajo relacionados con el conocimiento:
La mayor parte se basa en explicar lo que otros ya han inventado y hacen, por ejemplo: explicar cómo funciona el modelo de negocio de franquicias, cómo y por qué funcionan bien hábitos de nutrición que la gente ya practica o explicar cómo y por qué algo construido por el hombre puede volar.
La menor parte, en relación con lo anterior, se centra en generar nuevo conocimiento y no en todos los campos por igual. Predominan campos donde existen métodos mucho mas sólidos que en otros, como es el caso de la ciencia con el método científico, a diferencia de las disciplinas sociales, que no han encontrado aún un método que les permita que el grado de certeza de lo que generan pueda compararse ni remotamente a la ciencia.
Esto tiene sentido, ya que es mucha más la cantidad de gente en el mundo que está pensando, planteando hipótesis y buscando métodos para comprobarlas y llevar a cabo posibles soluciones a problemas que el número de personas que se dedican a generar conocimiento desde las instituciones académicas.
Es una cuestión de número y de haber creído que cualquier persona no puede generar conocimiento, sino que ese es el coto cerrado de la academia. Eso es un error de base.
Es natural que la mayor parte del conocimiento lo genere el mundo no académico, que el mundo académico dedique la mayor cantidad de su producción a explicar lo que otros ya saben hacer y que solo la menor parte se dedique a crear conocimiento nuevo.
Si se entiende esto, emergen dos conclusiones clave:
No es necesario pasar por una institución académica superior para conseguir conocimiento válido y valioso en el mundo. Ni si quiera hace falta para crearlo.
El valor y aportación de los curiosos, experimentadores, inventores, innovadores, investigadores, emprendedores, etc., en la sociedad es mucho mayor respecto a la creación de conocimiento que lo que la propia sociedad cree.
Esto no quiere decir que la academia sea irrelevante, sino que el ciclo de creación del conocimiento no empieza en las aulas. Empieza con aquellos que experimentan, que prueban y que arriesgan en el campo práctico. Las instituciones académicas se encargan en muchos casos de ordenar, sistematizar, refinar y explicar esos avances.
Los pioneros son los que empujan las fronteras
Los exploradores, inventores, innovadores, investigadores y emprendedores son quienes realmente empujan las fronteras del conocimiento. Son los que experimentan con nuevas ideas, tecnologías y métodos. Son ellos quienes descubren cosas nuevas, mientras que los teóricos llegan después, formalizando y explicando lo que se ha descubierto.
El trabajo de los Wright, Mentzer y Yates es solo una muestra de cómo la creatividad y la capacidad de asumir riesgos son esenciales para la creación de conocimiento. La curiosidad y la voluntad de desafiar el status quo permiten a estos pioneros crear avances que los teóricos explicarán más tarde. El progreso y el avance del conocimiento descansa en una parte muy importante en esos innovadores que prueban los límites de lo posible.
Como ejemplo del desfase entre realidad del estado del conocimiento versus lo que se enseña en instituciones académicas, le preguntaban recientemente a un profesor de medicina de Stanford cuánto de lo que se enseña hoy en la carrera de medicina de Stanford, una de las universidades más prestigiosas del mundo, estaba desfasado y ya se sabía que estaba desfasado.
Respondió que más de la mitad de lo que se enseña hoy en las facultades de medicina está desfasado. Cojamos su opinión experta con cautela, pero nos puede servir como proxy de cómo la teoría a menudo llega tarde. Mientras los profesionales e investigadores sobre el terreno están empujando los límites del conocimiento, la academia lucha por mantenerse al día.
El valor de la curiosidad, de la experimentación y las infinitas fuentes para aprender
Una de las lecciones más importantes que emergen de todo esto es que no es necesario seguir el camino tradicional de la educación académica para adquirir conocimiento valioso o incluso para crearlo. Grandes avances en la historia han sido logrados por personas que no dependieron de la teoría formalizada para encontrar soluciones.
La curiosidad, la disposición para probar cosas nuevas y la capacidad de aprender de los errores son los verdaderos impulsores del conocimiento y, por tanto, del progreso. La academia, aunque valiosa, sigue siendo en gran parte reactiva, mientras que los creadores son proactivos.
Hoy vivimos en un mundo donde el que quiera aprender, seguir su curiosidad y hacer cosas tiene todo tipo de fuentes de conocimiento, que están más diversificadas y al alcance de todos que nunca en la historia de la humanidad. Desde YouTube hasta los centros educativos superiores y universidades, pasando por podcasts y newsletters, las oportunidades para aprender son infinitas.
Todas están a tu disposición y te aconsejo que identifiques cuáles son las mejores para aprender qué cosas, ya que todas aportan y todas destacan por algo.
Una de las principales fuentes de creación de conocimiento eres tú mismo y la realidad en la que operas.
La descentralización del conocimiento debido a la abundancia de fuentes diversas y dispersas, así como a su facilidad de acceso, me parece una de las mayores oportunidades en siglos para un aprendizaje más personalizado y más rico para cada persona.
Coincido, @vita_critica.
Antes el monopolio del conocimiento lo tenía el profesor con su libro en la mano. El conocimiento estaba ahí y sólo ahí. O lo cogías de esa fuente y ese formato o no había newsletter que leer ni podcast que escuchar donde gente con mucho que aportar contara cosas de valor.
Ese es uno de los cambios más importantes en las posibilidades de aprendizaje en las últimas pocas décadas desde hace cientos de años.
Por otro lado, todo esfuerzo por crear conocimiento es valioso y, por tanto, el mundo académico constituye un esfuerzo valioso para ello. No hay duda de eso.
La cuestión es que el posicionamiento de prestigio conseguido por ese mundo (promovido por ellos mismos y la mayoría de la sociedad como un dogma incuestionable) es tal y muchas veces su desdén hacia el "mundo real" es también tal, que la sociedad ha asumido, en gran parte que la academia tiene el monopolio de la creación de conocimiento.
Parece que no se puede discutir ese posicionamiento. Que todos los que están allí son luminarias para la sociedad. Que si no sale de la academia no vale. Que es allí donde el conocimiento se crea.
Esto es lo que no es así.
Más bien es al revés.
Su mayor esfuerzo se dedica a organizar el conocimiento que otros crean en el mundo real. Su menor esfuerzo relativo a crear conocimiento. Bienvenido sea ese conocimiento.
Mi objetivo es resaltar que fuera de la academia se crea mucho conocimiento de todos los niveles, desde el más básico al más sofisticado y todos son útiles.
Quienes se abran a esas nuevas opciones van a tener ventaja para aprender.
La academia es importante porque debate con gente de muy alto nivel, pero a veces tienen conversaciones que sólo les importan a ellos. Sin embargo, también a veces ellos crean las bases del futuro.
No obstante, creo que lo que hay que intentar, en cierta manera es lo que propones:
1) Acomapañar la curiosidad con un proyecto: ¿Y esto para qué?
2) Potenciar espacios "tipo sandbox" para que se pueda crear y practicar libremente.
La descentralización del conocimiento creo que va a ser una cosa que cada vez va a ocurrir más frecuentemente, en la que hibridaremos la formación académica con la personal e interpersonal.