#24 - El Emprendedor, el Ejecutivo y el Status Quoista - Parte 2
Este artículo es parte de la serie El emprendedor, el Ejecutivo y el Status Quoista, que, a partir de la película El corredor del laberinto, analiza tres tipos de mentalidades arquetípicas que verás en el mundo profesional y en la vida en general.
El primer artículo de la serie trata sobre el inicio de la película y sobre el rol del Ejecutivo. Puedes leerlo aquí.
Thomas: el Emprendedor
Un día aparece en el claro de El Corredor del Laberinto, Thomas, el nuevo, el último en llegar y, por tanto, en una estructura basada en el orden y la seguridad y no en la meritocracia, es tomado como el novato con pocos derechos y poco que decir.
Thomas tendrá que hacer su trabajo en la estructura durante años para ir ganándose el derecho a participar más y a opinar más. Es así como funciona una estructura piramidal bien organizada. No estamos aquí para que el nuevo venga a cuestionarlo todo o a aportar su genialidad. Ya nosotros llevamos mucho tiempo pensando esto y ejecutándolo.
Todo esto está muy bien, pero sólo hay un problema: Thomas es un emprendedor y se va a pasar esto por el perineo.
Al principio Thomas calla y aprende, acepta las normas porque las está entendiendo y evaluando. No sabe todavía cómo funciona todo ni qué sentido tiene lo que están haciendo allí, así que acepta una situación pasiva y va analizando.
Se le deja bien claro lo que no puede hacer porque se le asigna un rol en el grupo, que no es el de corredor, con lo cual se puede olvidar de preguntar (y mucho menos de explorar) lo que hay detrás de los muros, lo que hay en el laberinto.
Él no ha sido designado por el líder para hacer eso, así que no lo hará. Esto es una organización, hay un Status Quo y hay un Ejecutivo que lo mantiene, que lo ejecuta cada día.
Fin de la historia.
Fin de la historia hasta que no. Thomas va aprendiendo cómo funciona todo lo que tienen montado allí: todas las normas y todas las liturgias creadas. Se da cuenta de ciertas carencias, principalmente de que al laberinto solo pueden entrar unos pocos, de que se hace siempre lo mismo y de que preguntar cosas y plantear opciones no está demasiado bien visto. También de que llevan tres años haciéndolo sin mejorar sus probabilidades de salir de allí.
Reina una especie de aceptación de que el Status Quo es un regalo en vez de agua estancada.
Lo interesante es que el arquetipo del personaje de Thomas no es el de otro Ejecutivo que cuestiona al Ejecutivo actual y quiere su puesto, planteando su opción alternativa a los demás, ganando adhesiones, confrontando al líder y planteándole un reto.
No.
Thomas es un emprendedor y, como tal, lo que quiere es “que le dejen hacer”, que no le controlen y le digan qué puede y qué no puede hacer, a la vez de que está dispuesto a asumir muchísimo más riesgo para intentar desatascar la situación. Para intentar cambiar las cosas.
Muchísimo más riesgo: este es el concepto clave que separa radicalmente al personaje de Thomas del de Alby. Thomas no está nada interesado en dirigir al grupo ni en ejecutar una maquinaria establecida, aunque sea la que él cree con cambios respecto a la anterior.
Thomas primero analiza y conoce el Status Quo, las normas y reglas establecidas, las mapea contra la situación que tienen todos delante y llega a la conclusión de que así no van a salir de allí. Entonces hace lo que hacen los innovadores y emprendedores (dos características muchas veces inseparables), que es retar el Status Quo, se caga en ello y, sin permiso, hace algo diferente: entra en el laberinto yendo contra las reglas.
No quiere competir con el Ejecutivo, quiere crear y ensayar su propia solución nueva y asumir personalmente el riesgo mucho mayor que conlleva. Por eso desobedece y entra a explorar el laberinto. Uno no puede atar en corto a un emprendedor nato más tiempo de lo que este se deje atar.
Por fortuna para todos, empezando por Thomas, que logra salir vivo de su primera incursión como emprendedor que fabrica su libertad para poner en marcha su creatividad asumiendo un riesgo mucho mayor de forma directa, el plan del emprendedor sale bien y entonces todos visualizan que existe otra posibilidad alternativa al Status Quo. Como es típico, para poder hacer esto, Thomas tuvo que saltarse las reglas e ir contra la autoridad del Ejecutivo para poder llevar a cabo su emprendimiento.
Como suelo decir en mis charlas y en mis clases: la sociedad no sólo no ayuda a los innovadores y emprendedores (los que cuestionan el Status Quo), sino que intenta destruirlos como agentes que perturban el orden. Luego, si les va bien, entonces los encumbra.
Una vez que Thomas rompe las reglas y demuestra que se puede sobrevivir una noche en el laberinto la cosa no tiene vuelta atrás en la comunidad. Además, lo ha hecho mostrando compasión y humanidad por Alby, el Ejecutivo, al que salva la vida, lo que indica que Alby no es su rival, sino que simplemente busca que le dejen hacer lo que quiere. Busca que le permitan emprender su proyecto y pagarlo personalmente si le sale mal, pero también recoger los frutos si le sale bien.
Todos han visto que Thomas no sólo ha hecho lo que ha hecho, sino que ha respondido él mismo en primera persona del riesgo que comporta su opción y que ahora vuelve para compartir los posibles beneficios con los demás.
Thomas no compite con el Ejecutivo.
Thomas crea.
Thomas es el Emprendedor.
Con la autoridad moral de Alby algo minada (aunque todavía con la mayoría de adhesiones de su lado), los Early Adopters empiezan a ver a Thomas no como un agente del caos, sino como una opción de creatividad y empuje que podría cambiar las cosas.
Thomas no hace especial campaña para que le sigan (lo que quiere es que le dejen crear, es un emprendedor), pero algunos le siguen porque ha encendido la mecha de la nueva oportunidad, que se encuentra donde nadie estaba mirando. Los más innovadores y los que más aceptan el riesgo tienden a reaccionar positivamente a eso.
Aunque ellos no hayan sido los que encendieron la mecha, saben reconocer una antorcha y al que la puede llevar por terrenos cenagosos y tener posibilidad de salir vivo de ellos.
A partir de aquí, Thomas puede llevar a cabo su emprendimiento yendo más lejos y corriendo más riesgo que lo que nunca se había hecho, abriendo así nuevas posibilidades para todo el grupo. También corriendo el riesgo de morir, pero, precisamente, llega a decir algo como “prefiero morir, que estar otros tres años aquí sin que pase nada”.
Esto, otra vez, es sorprendentemente paralelo al emprendedor que pone su dinero (o debería ponerlo), su tiempo y toda su energía en algo que puede no generar nada (cosa que asume y acepta), pero que también puede generarlo (cosa que persigue y empuja).
A Thomas se le unen los Early Adopters y una nueva fase mucho más agresiva de exploración del laberinto comienza, creando opciones que, tras varias iteraciones, acaban permitiendo que todos los supervivientes salgan del laberinto. A los Early Adopters se les han unido ya para este momento los Early Majority, los Late Majority y hasta los Laggards, con lo cual hay un nutrido grupo que sigue a Thomas y asume el riesgo, pero también cree que hay posibilidades y que Thomas es quien pueden conseguirlo. Y eso merece la pena frente al Status Quo anterior.
Podía haber salido mal y Thomas podía haber muerto en el laberinto. Incluso podrían haber muerto Thomas y quienes le siguieron. Es decir: el emprendedor y el inversor (ambos unidos por la capacidad para correr el riesgo) pueden perder todo lo que han puesto. El grupo que sigue al emprendedor también está dispuesto a perder más que en otra situación con menos riesgo (aunque no pierden todo, como el emprendedor, sino que a veces ganan y hasta ganan más, sobre todo si la cosa sale mal suelen ganar más).
Sin embargo, a veces sale bien y entonces la pareja riesgo-recompensa muestra sus mejores frutos: a mayor riesgo, mayor recompensa posible. En este caso salieron del laberinto, algo que en tres años el Ejecutivo no solo no logró, sino que no lo iba a lograr, lo sabía e impedía que se lograra al no ser transparente con la situación y permitir alternativas a su plan.
Pero no todo iba a ser tan sencillo, habían más resistencias que retar un Status Quo y conseguir la libertad de acción que un Ejecutivo líder no permitía.
Había una resistencia aún más fuerte…