#22 - Sesgo de confirmación y recordar qué fácil te puedes equivocar
El bocadillo y el móvil
We do not want our ideas changed. We feel threatened by such demands.
"I already know the important things!" we say.
Dune.
Hoy cuando terminé de correr llegué al sitio habitual donde suelo estirar y encontré a un hombre de mediana edad y a un joven haciendo el descanso del desayuno. Estaban por fuera de una furgoneta de trabajo sentados cada uno en aceras opuestas de una calle con un único carril de una sola dirección.
Cuando pasé por donde estaban observé que el hombre estaba comiéndose un bocadillo, sentado en una piedra cómoda y con aspecto muy tranquilo. Saboreando el momento, nunca mejor dicho.
El joven estaba sentado en la furgoneta con la puerta abierta y atendiendo al móvil que tenía en la mano sin levantar la vista de ahí.
Con eso tuve suficiente para, consciente o inconscientemente (no sabría decir, porque fue automático) emitir un juicio de valor basado en el reconocimiento de patrones que se había activado.
El patrón reconocido: el joven con el móvil. El mayor haciendo sólo una cosa, la que corresponde, que es comer y dejar que su mente descanse y se recargue.
Este es un patrón que reconozco porque, tras observar el mundo, encuentro a más jóvenes atendiendo al móvil en más situaciones en la vida, con más frecuencia y menos atentos a dónde están en ese momento que a las personas de mayor edad.
Es un patrón válido porque es real, se produce. La probabilidad de que un joven actúe así es suficientemente mayor que la de una persona de mediana edad como para que, sin quererlo, simplemente por observación de la realidad, haya registrado ese patrón.
Los patrones, además, son buenos, porque nos ayudan a predecir posibles situaciones que vayan a suceder según lo que observamos basándonos en la experiencia anterior, así que automatizamos una respuesta sin tener que resolver el acertijo que estamos observando cada vez. Esa respuesta casi siempre es acertada. Por eso nuestro cerebro es una máquina tan eficiente de reconocimiento de patrones.
Casi siempre es acertada, pero no siempre.
Sabiendo que funcionamos así, diría que sería sensato que hacer dos cosas: agradecer ese funcionamiento que nos permite movernos por la vida simplificando miles de decisiones de forma automática y acertando en la inmensa mayoría de ellas sin haber gastado energía en la predicción de que es lo más probable que sea lo que estamos observando y qué puede que pase a continuación y, a la vez, ser conscientes de que este mecanismo existe, de manera que tengamos en cuenta que no siempre funciona y que por eso tenemos que cuestionarnos si nuestra respuesta inmediata al observar algo es correcta o no, porque sabemos que hay un reconocimiento de patrones poniéndonoslo fácil, así que puede ser que esta vez haya fallado.
El juicio de valor: reconocí ese patrón, pero la cosa no se quedó ahí. El patrón no lleva aparejada una opinión, un juicio de valor, sólo reconoces algo que crees que es semejante a otra cosa que ya has observado muchas veces. El juicio de valor sí es una opinión, típicamente sobre lo bien o mal, bueno o malo, correcto o incorrecto que es algo.
Mi juicio de valor (también automático, porque no me propuse filosofar sobre lo que acaba de observar, sino que surgió solo) fue:
El joven con el móvil sin atender al momento, sin mirar el bonito entorno natural donde están descansando y sin dejar descansar su mente, como siempre. Estas generaciones lo tienen jodido con esto. El mayor tranquilamente comiendo, estando sólo en ese momento, percibiendo la tranquilidad y dejando que su mente descanse de estímulos.
Sesgo de confirmación
Todo esto encajaba perfectamente con mis creencias sobre cómo funciona el mundo. En concreto, sobre cómo las generaciones más jóvenes se relacionan con los estímulos que requieren atención, como los generados por el móvil y cómo lo hacen las generaciones menos jóvenes. Cómo los jóvenes prestan menos atención al momento en el que están y, además, seguramente, tengan problemas de concentración vs los criados en otro tiempo, que aunque también son afectados por los estímulos modernos, en mi tesis los resisten mejor porque crecieron de otra forma y su capacidad de concentración debe ser mayor, ya que la han podido cultivar desde niños sin batallar con distracciones que la rompen cada pocos minutos.
Y la concentración es buena.
Y estar en el momento actual pudiendo vivirlo es bueno.
Y dejar que la mente no reciba más estímulos que los que naturalmente ya va a recibir por estar despierto es bueno para dejarla descansar y recargar energía cognitiva.
Por todo eso se emite el juicio de valor al reconocer el patrón:
Lo que hace el joven está mal.
Lo que hace el mayor está bien.
Esto confirma mi creencia: obvio. Así son los jóvenes en general. Así son los mayores en general.
Ese es el sesgo que todos tenemos a confirmar lo que creemos que es cierto. Observas algo (emites un juicio de valor o no) y si confirma lo que crees te ves inclinado a verlo de esa manera, a aceptar esa explicación y descartar otras, así como a no cuestionarte si lo que has observado puede tener otro ángulo que contradiga tu creencia y sea el que revele la verdad de lo que has observado. Tu ángulo inicial puede haber sido el incorrecto y haber revelado una verdad incorrecta porque la observación que has hecho puede haberse hecho desde el ángulo erróneo. Sin embargo, tu sesgo de confirmación te va a invitar a sentir que lo que case con tu creencia es correcto y no tienes que plantearte mucho más. Es más, te va a invitar hasta a descartar otras explicaciones plausibles para lo que has observado simplemente porque no encajan con tus creencias.
Este es otro mecanismo automático y evolutivo como el de reconocimiento de patrones. Otra vez: creo que debemos estarle agradecidos porque no podemos vivir la vida cuestionándonos la verdad partiendo desde cero sobre todo lo que observamos en todo momento. Serían miles de veces al día y haría la vida imposible de vivir. Te cuestionarías si el agua hirviendo te va a quemar y también si tu vecino de 20 años es alguien que debes considerar amistoso o podría ser un enemigo, aunque haya sido amistoso 20 años. Es imposible vivir así y por eso existen los sesgos cognitivos, porque han emergido evolutivamente como herramientas que nos ayudan a vivir mejor. No se te escapa que yendo un paso más allá por eso también existe los prejuicios - juicios antes de - y que también tienen su utilidad y sus fallos, pero no son inútiles ni un fallo neto, sino que cumplen su función y hay que atender a sus carencias.
Los sesgos, como el de confirmación, son heurísticas, atajos, que toma nuestra mente para poder decidir sobre algo rápidamente y no sobrecargarnos cognitivamente sin necesidad. Esto es tremendamente valioso, pero precisamente por ser heurísticas no son perfectos. Ser consciente de esto es lo importante para saber que funcionamos así, por mucho que queramos no hacerlo, y que debes estar atento a si se en este caso concreto que estás ponderando, que merece más atención tuya (plantearte si el agua hirviendo te va a quemar no la merece), no estás cayendo en algún sesgo cognitivo como el de confirmación.
El bocadillo y el móvil
Un bocadillo y un móvil son dos cosas muy distintas.
Tan distintas que para mi fueron lo que convirtió a un hombre en virtuoso y a otro en no virtuoso. Suficiente para reconocer un patrón, emitir un juicio de valor y caer en el sesgo de confirmación sobre mi creencia acerca de jóvenes y mayores respecto a estímulos de la tecnología y el mundo actual.
Resulta que un bocadillo es muy diferente a un móvil, pero un móvil es idéntico a un móvil.
Cuando llegué a mi lugar de estiramiento, un poco más allá de donde había dejado comiendo a los dos trabajadores, comencé a estirar sin plantearme nada más.
Cuando me tocó girarme hacia al lado de donde había venido y volví a observar, sin querer, a los dos hombres, lo que vi hizo que aflorara una sonrisa a mi cara y me riera de lo fácil que había caído en mi propio sesgo de confirmación.
El ángulo que mencioné antes no fue por casualidad. El ángulo resultó ser todo.
Cuando me estiré hacia adelante y pude ver desde otro ángulo, evitando la piedra grande que tapaba las manos del hombre, observé que el hombre había terminado su bocadillo y ahora tenía un móvil en la mano. Hombre y joven a ambos lados de la carretera con la vista fijada en el móvil en un paraje natural que alguien podría querer pintar en un cuadro.
Mientras reflexionaba cómo de fácil puedo caer en mis propios sesgos en algo tan banal como esto y me recordaba a mi mismo cómo un ligero cambio de ángulo había cambiado toda la realidad que había observado y cómo mi creencia sobre la atención de jóvenes y mayores había recibido un voto en contra, me tocó girarme de nuevo. Ahora el hombre tenía el móvil en una mano y un cigarro en la otra. No haré juicios de valor al respecto porque ¿Quién soy yo para hacerlos? Esto me ha quedado claro (otra vez) hoy. Pero sí puedo decir objetivamente que el joven pasó de tener los peores hábitos a los mejores, comparado con el hombre.
Heurísticas evolutivas: ventajas e inconvenientes
El reconocimiento de patrones, los sesgos cognitivos y hasta emitir un juicio de valor instantáneo son todas herramientas pulidas durante cientos de miles de años de evolución que nos ayudan a poder navegar por el mundo mejor, más rápido, acertando más veces y ahorrando energía física y cognitiva, lo cual representa una ventaja increíble para nosotros como especie. Así que no soy yo quien demonizo estos rasgos tan humanos, al revés, no sólo me parecen buenos, sino necesarios.
Dicho todo esto, tenemos que ser conscientes de que todos estos mecanismos son propios del ser humano y que queramos o no (seamos las personas más ponderadas y reflexivas del mundo o no), con mayor o menor frecuencia, vamos a cometer errores debido a estos mismos mecanismos que tanto nos ayudan.
Saberlo nos debe hacer, simplemente, estar pendientes y cuando tengamos que analizar algo y decidir sobre un asunto que no sea banal, nos hagamos la pregunta de si la tesis que hemos montado es consistente o si podemos haber caído en algunas de las desventajas de estos automatismos.
Personalmente intento estar bastante atento a esto y tenerlo presente cuando tengo que decidir sobre algo no banal y por eso hoy me ha encantado lo que ha pasado porque me recuerda que, por mucho que sea consciente de ello y de que intente minimizarlo, es muy fácil que cometa un error de este tipo. Así que me pone en la casilla de aprendiz, en la de estar atento sin creer que he avanzado bastante en contrarrestar las desventajas de los automatismos. Lo fácil y hasta ridícula que ha sido la enseñanza de hoy me ponen la sonrisa en la cara y me recuerdan lo falible que soy, lo que me lleva a saber que no puedo confiarme por lo que voy aprendiendo y practicando, sino que tengo que seguir aprendiendo y practicando.
¿Qué te ha parecido este artículo de La Forja?
Me ha encantado — Bueno — No me ha gustado
José Fortes - La Forja.
josefortes@substack.com
Si te gusta La Forja, suscríbete y compártela.