Talent, I believe, is most likely to be found among nonconformists, dissenters, and rebels.
David Ogilvy
Ser un profesional de alto nivel, alineado con quién eres y lo que te apasiona, requiere cierto grado de rebeldía. Si sigues el guion que te dicta la sociedad, las empresas o el entorno, te conviertes en uno más.
¿Es eso lo que quieres?
Ya.
Eso creía yo.
Por eso te traigo diez ideas rebeldes para prosperar en la vida sin dejar de ser tú mismo.
1. Cuestiona todas las reglas
El manual sobre reglas de la vida es largo, pero ¿quién lo escribió?
Spoiler: no lo hizo ningún genio. Nadie diferente de ti mismo.
Las reglas que sigues han sido establecidas por otros, a menudo, de manera arbitraria. No están grabadas en piedra, aunque así lo parezca. Siendo esto así, si una regla no te sirve, ¿por qué seguirla?
Las reglas existen para ser cuestionadas. Recuerda que tienes la capacidad de seguir reglas, pero también tienes la capacidad de cuestionarlas, modificarlas, romperlas y crear tus propias reglas.
Las reglas han sido inventadas por personas que, en su momento, creyeron que eran adecuadas para un contexto, una situación determinada o, incluso, para beneficiarles a ellos frente a otros (a otros como tú, por ejemplo). Los contextos y las situaciones a veces cambian, y tú también. Lo que puede haber sido válido hace diez años puede ser obsoleto ahora. También lo puedes hacer obsoleto tú cuestionándolo y cambiándolo.
Si algo nos ha enseñado la historia es que se puede matar a cualquiera. No, perdona, eso es de Michael Corleone en El padrino parte II.
Si algo nos ha enseñado la historia es que las innovaciones más importantes y los cambios más radicales han sido impulsados por aquellos que desafiaron el status quo.
No te estoy diciendo que toda regla sea mala. Algunas son útiles, necesarias incluso, para evitar el caos. Muchas son justas y válidas.
Las preguntas esenciales sobre una regla son:
¿Es justa y válida o injusta y arbitraria?
¿Te sirve esa regla a ti para prosperar o te lo impide?
Si no es justa, válida ni te sirve para prosperar: ¿qué te impide crear tu propio camino?
Cuando comprendes que las reglas han sido creadas por otros, que son cuestionables, modificables y sustituibles, que no son leyes inmutables de la física ni creación divina, tu relación con las reglas cambia. A partir de ese momento puedes empezar a relacionarte con ellas de una manera mucho mas realista y sensata apoyada en el pensamiento crítico.
Lo importante es que no sigas ciegamente normas que no tienen sentido en tu vida o carrera. De hecho, lo importante es que no sigas ciegamente a nada ni a nadie.
Pregúntate: ¿quién decidió que esta regla era buena?
Analiza su origen.
Evalúa: ¿qué obtengo si la sigo? ¿Y si no, qué pago por no seguirla?
Haz un análisis honesto del coste-beneficio.
Por cierto, te sorprenderá cuántas reglas tienen cero coste de no ser seguidas (pero nadie se la había cuestionado hasta que lo hiciste tú) y, además, al crear tus propias reglas al respecto no sólo mejoras tu vida, sino que liberas a otros también gracias a haberla cambiado.
Actúa: ajusta las reglas a tu favor siendo justo con los demás.
No tengas miedo a ser el que establece nuevas reglas para tu vida. Si no lo haces, no faltará quien lo haga por ti para imponerte las suyas.
2. Nadie te debe nada. Y eso es genial.
¿Esperas que el mundo te ofrezca una oportunidad?
Olvídalo.
¿Por qué iba a hacerlo?
Nadie te debe nada.
Esa es la realidad, lo mires como lo mires.
Esa verdad puede parecer rugosa, dura, pero es increíblemente liberadora. Si aceptas que nadie te debe nada ni está obligado a darte una oportunidad, pasas a ser tú el que toma el control de tu vida por necesidad, porque lo que te tenga que llegar te lo vas a proporcionar tú mismo. Y eso es bueno para ti. Por un lado te hace libre, por otro lado te estimula a sacar tu verdadero potencial.
No eres víctima de un sistema injusto, eres un agente con poder para crear tus propias oportunidades.
No esperes a que te abran una puerta. Construye la tuya y entra como si fueras el dueño, con humildad, pero con seguridad.
Muchos profesionales y emprendedores se quedan atascados esperando esa gran oportunidad, ese momento en que alguien finalmente les reconozca sus capacidades y sus méritos y les dé el impulso que necesitan. Ese momento puede no llegar nunca porque es un error de enfoque: en realidad, no es responsabilidad de nadie darte esa oportunidad.
Piensa en gente a la que admiras por algo, por cómo son, por cómo tratan a los demás, por lo que hacen y han hecho en su vida. Estúdialos y averigua a cuántos les abrieron muchas puertas y les dieron muchas oportunidades para servirles en bandeja lo que son o lo que hacen. Descubrirás que la historia de prácticamente todos no está llena de “alguien les regaló esta o aquella oportunidad” sino, más bien de: “crearon sus propias oportunidades”
Tú puedes hacer lo mismo. ¿O no eres un ser humano igual que ellos?
Por cierto: cuando encuentres a otros a los que sí les han regalado oportunidades, te darás cuenta de que, posiblemente, a esos no los admiras.
No lo digo yo, lo vas a decir tú.
No debe sorprenderte: el ser humano ha evolucionado biológica y socialmente como especie para considerar meritorio a quien se labra su propio camino con esfuerzo, no a quien le viene dado. Tenemos pruebas de esto desde nuestra biología hasta en nuestra sociología: desde la existencia de la dopamina y su función, en la que la dopamina buena es la que se genera después de un esfuerzo que nos lleva a conseguir algo, a que socialmente las personas que son reconocidas, lo han sido siempre por su mérito (conseguir algo tras un esfuerzo), no por heredar una fortuna o no haberse esforzado en su vida.
Nadie te debe un trabajo. Las empresas buscan lo que les beneficia, no lo que te beneficia a ti. Y eso está bien. Usa esa realidad a tu favor. Es una palanca muy poderosa porque te da la pista del camino para hacerte valioso y que te busquen a ti, no tú a ellos.
Nadie te debe un ascenso. Si quieres avanzar, tendrás que hacer evidente con tus acciones que sería estúpido no ascenderte.
Nadie te debe reconocimiento. No esperes la palmadita en la espalda y empieza a generar valor que hable por sí mismo.
El mundo no te debe nada, pero es un terreno de juego abierto en el que puedes crear tu propia historia.
3. Ser diferente es una ventaja competitiva. Ser único lo es más.
El mayor error que puedes cometer en tu carrera es intentar encajar. Aunque es para lo que más presión vas a recibir, desde el sistema educativo a la sociedad en general.
Lo que te hace sobresalir no es tu capacidad de seguir el guion, sino tu habilidad para escribir uno propio.
Ser fiel a quién eres, con todas tus características, es una ventaja competitiva. En un mundo lleno de clones que siguen el dictado social y profesional, lo único que puede destacar entre la masa es el que se atreve a ser diferente, que es simplemente ser como es, ser como era antes de que lo doblaran con presión para ser como los demás.
Quieres encajar en los moldes que otros han creado: el buen estudiante, el buen empleado, el buen emprendedor, el buen profesional.
¿Qué es el buen algo?
¿Es que existe una definición para eso que sea universal?
Lo único universal es ser como todos los demás, pero eso está a mil jodidos kilómetros de ser bueno.
Posiblemente el que puede ser entendido fácilmente porque no se sale ni un centímetro de la raya de la media de todos los demás clones.
Ahora, sal de Matrix por un momento y dime lo que observas entre las personas que destacan por algo: ¿son clones?
En lugar de seguir los pasos de otros, define tu propio camino.
Ser diferente, que es ser tú mismo, no es fácil. De hecho, puede ser incómodo, porque la diferencia provoca fricciones. Es por eso que se busca la conformidad desde la escuela hasta la tumba. Lo igual es fácil de manejar. Lo diferente no.
También provoca reacciones: envidia, resistencia, rechazo.
Sin embargo, al final, si no sucumbes a la presión social y logras ser tú mismo y vivir conforme a lo que crees que está bien y es correcto, puede que pase algo que te sorprenda, aunque no lo esperes ni lo busques: muchas veces van a valorarte precisamente por eso, por ser auténtico, por seguir tu propio camino y por no ser un clon.
La misma sociedad que te presiona para ser un clon no te valora por ser un clon, sino por ser tú mismo y aportar algo diferente.
La autenticidad es escasa en la vida y en los negocios y lo que es escaso y bueno, como bien sabes, es muy valioso.
Descubre las características que te hacen ser tú mismo. Todo el mundo tiene algo que le distingue, pero no todo el mundo tiene el valor de demostrarlo.
Hazlo tú.
Te debes a ti mismo hacerlo.
Te debes a ti mismo en el futuro no lamentarte por no haberlo hecho.
A vow unto his own
That never from this day
His will they'll take away, yeah…
They dedicate their lives
To running all of his
He tries to please them all
This bitter man he is…
Throughout his life the same
He's battled constantly
This fight he cannot win
A tired man they see no longer caresThe old man then prepares
To die regretfully
That old man here is me…
What I've felt, what I've known
Never shined through in what I've shown
Never be, never see
Won't see what might have been
Siéntete cómodo siendo quien eres y desarrolla tus características propias. Trabaja en aquello que te hace único, no lo escondas.
Haz que el mundo te valore por ser quien eres. Lo que te hace diferente es tu mejor activo.
4. Rompe con el "YO quiero" y pregúntate: ¿Qué puedo resolver?
Una de las falacias más comunes es pensar solo en lo que tú quieres: “YO quiero un trabajo que sea así”, “YO quiero trabajar en una empresa con estos valores”. Olvídate del "YO". El mundo no se despierta por la mañana preguntándose que quieres tú para ofrecértelo. El mundo está interesado en progresar y para eso es necesario resolver problemas.
Las personas valiosas son aquellas que resuelven problemas. Las más valiosas las que resuelven los problemas que menos gente puede resolver.
Es fácil caer en la trampa del ego: centrarse solo en lo que quieres y lo que crees merecer. El mundo no funciona así y si no eres realista con cómo funciona el elemento básico en el que vives, vas a darte contra la pared.
Las empresas, los clientes, los proyectos, todos se rigen por una única pregunta: ¿qué problemas resuelves para los demás?
Si te centras únicamente en lo que tú quieres, perderás de vista la necesidad más importante: cómo puedes ser útil. Es por ser útil por lo que vas a prosperar.
El valor real, en la vida, en el mundo corporativo o en el emprendimiento, viene de la capacidad de solucionar problemas. Los problemas son constantes, están en todas partes, y quienes pueden identificarlos y ofrecer soluciones innovadoras son los que prosperan.
Si en lugar de centrarte en lo que tú quieres te centras en lo que puedes aportar, te sorprenderá cómo cambia la forma en la que te perciben y valoran los demás.
Pregúntate:
¿Qué problemas sé resolver?
Haz una lista sincera de tus características, gustos, habilidades y conocimientos. Identifica cómo estos pueden ayudar a otros.
¿Qué problemas valorara el mundo que sean resueltos?
¿Cuáles de estos problemas son escasos?
Si puedes resolver algo que pocos saben hacer y encaja contigo, mejor.
5. Aprender no sólo requiere esfuerzo, sino que puede ser incómodo. Pero es bueno para ti.
El crecimiento profesional implica aprender y aprender bien puede ser incómodo.
Otro día hablaremos de qué es aprender bien y lo compararemos con cómo se suele aprender en general. Te doy una pista: si crees que la educación regalada y el sistema educativo te hacen aprender bien. Buena suerte.
Sigamos con el tema de hoy.
La sociedad premia a quienes creen que ya lo saben todo y así se comportan y castiga a quienes reconocen que estaban equivocados. Cambiar de opinión, admitir que hay una mejor manera de hacer las cosas, es un acto de valentía que pocos se atreven a realizar porque creen (con cierta razón) que va a afectar a su estatus social. El problema con eso es doble:
El estatus social no debe ser lo que guíe tus acciones o serás siempre un esclavo y aprender y salir del error es lo más valioso que puedes conseguir. Eso, en algún momento hace que el mundo quiera que le ayudes con ese valor que has conseguido.
Aprender significa estar dispuesto a enfrentarse a la incomodidad de no saber, de cometer errores y de, a veces, parecer ignorante porque realmente eres ignorante. Esa es la realidad, ¿por qué esconderla?
Todo el mundo es ignorante. Mentir para parecer lo contrario no cambia esa realidad fundamental.
En un mundo que presiona para que tengas una opinión sobre todo y que te urge a que salgas del estado de duda y desconocimiento inicial, que es el normal de inicio para cualquier cosa, admitir que no sabes o que no tienes un criterio formado sobre algo parecer arriesgado. No lo es, lo arriesgado es lo contrario: no saber ni tener criterio, pero engañarte a ti mismo haciendo parecer que sí y actuando como tal.
Ten en cuenta una cosa: siempre que engañas a los demás, en realidad te estás engañando a ti mismo. Y eso te impide prosperar. Estás vendiendo tu propia mejora por encajar con lo que otros aprueban. ¿No llamarías a eso ser un esclavo?
La única manera real de crecer es admitir la propia ignorancia porque ese es el camino que te permite aprender.
Además, la incomodidad es una señal de que estás empujando tus límites.
Cada vez que sientes esa resistencia interna ante una nueva idea, cada vez que algo rete tus creencias, estás ante una oportunidad de aprendizaje. No la desperdicies.
El crecimiento no se basa en acumular datos y certezas, sino en saber aprender y saber evolucionar, que es como mejoras y refinas lo que sabes y lo que eres.
Permítete estar equivocado. Si ya estás en lo correcto en todo, no puedes aprender. Eso es una definición, no una opinión.
Busca argumentos que reten tus tesis. Busca argumentos y personas que piensen diferente a ti. Exponte a ello con la mente abierta. Reflexiona si hay más razón en lo suyo que en lo tuyo. Modifica lo tuyo si era mejor lo otro. Mantenlo y solidifícalo si no lo era. Repite el ciclo.
Abraza el malestar que genera aprender cambiando de opinión. Crecer es incómodo porque exige trabajo, energía y humildad. Mantenerte igual es cómodo porque no exige nada.
6. Crea tu propio terreno de juego. Juega a tu juego.
Crear tu propio terreno de juego es más interesante que seguir a la masa. Ser uno más en un mar de profesionales parecidos no es la mejor estrategia de éxito. La clave está en identificar un terreno propio donde puedas destacar por resolver problemas que pocos pueden o quieren abordar porque no son como tú.
¿Por qué juegas al juego de otros?
Juega a tu juego. Te será más fácil ganar, ¿no?
Seguir las tendencias del mercado es algo que la mayoría hace, pero ¿qué tal si en lugar de seguir, lideras?
Busca qué es lo que se pliega a como eres y donde pocos están ofreciendo soluciones. Ese lugar puede ser una especialización técnica, un enfoque en un problema poco atendido, algo basado en tus características personas, etc.
Cuanto más específico y más a favor de tus propias características sea el terreno donde vas a jugar, más fácil será para ti dominarlo y convertirte en una referencia dentro de ese espacio. No necesitas ser el mejor en todo, solo en lo que realmente importa.
Lo ideal es ser el mejor en algo por ser tú. Nadie puede ser tú. Tienes el monopolio de ti mismo.
Identifica las áreas con alta demanda que se plieguen a ti. Investiga qué necesidades del mercado no están siendo bien atendidas en ese espacio.
Aprende a resolver esos problemas. Invierte tiempo en ahondar y desarrollar tus habilidades propias y las necesarias para destacar en ese terreno de juego que está a favor tuyo.
Hazte difícil de reemplazar. Especialízate en resolver problemas que encajan bien con ser quién eres y cómo eres. Eso te hace insustituible.
7. No persigas el éxito, persigue ser bueno.
El éxito es una consecuencia, no un objetivo.
Si te enfocas en ser bueno, tan bueno que no te puedan ignorar, el éxito te perseguirá a ti.
En lugar de fijarte en cuánto puedes ganar o qué título puedes obtener, concentra tu atención en dominar lo que haces. El error común es centrarse en metas superficiales: más dinero, más títulos, más reconocimiento. Estos son subproductos del verdadero éxito, que viene cuando te obsesionas con ser el mejor en lo que haces. Ser muy bueno en lo que haces es el camino, eso genera una reputación basada en resolver problemas muy valorados de forma consistente en el tiempo.
El dinero simplemente es la monetización de tu reputación. El dinero y el éxito son, por tanto, una consecuencia.
Te ayudará a concentrarte en lo que importa, en ser lo mejor posible en lo que haces, marcar como un principio fundamental lo que ya sabes, pero a veces te tienes que recordar a ti mismo:
La verdadera satisfacción no viene de acumular logros externos, sino de saber que estás dando lo mejor que tienes en lo que eres realmente bueno.
Encuentra lo que te apasiona. La pregunta más importante en tu vida profesional y en tu vida en general es ¿qué es lo que realmente te apasiona?
Encuentra algo que disfrutes, que tenga que ver contigo y que tenga valor en el mercado.
Tranquilo, existe porque ya existe o porque lo puedes crear tú y empujarlo a la existencia.
Dedica tiempo a mejorar y perfeccionarte. El talento y tus características personales te ponen en el camino adecuado que se pliega a tus fortalezas. Añádele ahora el picar piedra: la práctica y la dedicación son lo que va a marcar cuán lejos vas a llegar en ese camino.
Sé tan bueno que no puedan ignorarte. Cuando te vuelves irremplazable, las oportunidades te buscan a ti.
8. Puedes lanzarte, pero también puedes experimentar antes de lanzarte.
El "todo o nada" es un mito que te detiene. No necesitas dejarlo todo para emprender o cambiar de carrera. Puedes hacerlo de forma gradual, experimentando con tus ideas y habilidades gestionando un riesgo y coste de forma controlada.
Muchos tienen la idea equivocada de que emprender o cambiar de rumbo profesional es un salto al vacío.
No lo es.
De hecho, la mayoría de los grandes cambios empiezan con pequeños experimentos. Antes de renunciar a tu trabajo o invertir todos tus ahorros, prueba tus ideas en un entorno controlado. Los experimentos te permiten probar, fallar, ajustar y aprender sin grandes consecuencias. Son una manera de afinar tu instinto y mejorar tus habilidades antes de comprometerte por completo.
Trabaja en proyectos pequeños. Lanza versiones mínimas viables de tus ideas y ajusta en función de los resultados.
Haz alianzas con otros profesionales. Colabora en proyectos conjuntos para aprender de otros que saben lo que tú quieres saber y expandir tu red y tus oportunidades.
No desprecies la experiencia gradual antes de apostarlo todo. Cada pequeña victoria te acercará a tu objetivo final. Cuando sientas que estás listo. Da el salto.
9. Si no disfrutas lo que haces, cambia las reglas del juego.
Si tu trabajo actual te parece una rutina mortal o crees que tu emprendimiento no es lo que debería ser porque se está ahogando en tareas administrativas o por cualquier otra cuestión, plantéate si es momento de reescribir las reglas.
A veces, el problema no es el qué, sino el cómo.
¿Qué pasaría si redefinieras tu rol y las tareas que desempeñas a tu manera?
A menudo, las personas se sienten atrapadas en trabajos que alguna vez les gustó.
¿Qué cambió?
No siempre es el trabajo en sí, sino cómo lo estás ejecutando. A veces has cambiado tú. Hay etapas y evolución en la vida.
Quizás estás asumiendo demasiadas responsabilidades que no te gustan o te has desviado de aquello que te inspiraba al principio o quizás ya no te interesa lo que te gustaba en aquel momento. Si es así, cambia las reglas del juego.
Renegocia tu función dentro de la empresa. Habla con tus superiores o socios sobre cómo puedes redefinir tus responsabilidades para alinearlas con tus intereses.
Rediseña tu emprendimiento para que se adapte a lo que disfrutas. Si eres tu propio jefe, haz ajustes para eliminar tareas que te agotan y centrarte en lo que marcas la diferencia. Esto no es un llamamiento a que no seas resistente y sigas empujando hacia adelante, que es como se hace funcionar un emprendimiento, sino a que empujes lo que tienes que empujar y dejes a otros lo que es mejor que empujen ellos porque tú ahí no marcas la diferencia.
No te conformes. Crea lo que quieres que ocurra. Si el sistema actual no te funciona, crea uno que lo haga. Puedes hacerlo. Siempre.
10. Toma el mando de tu vida: sé responsable de tu éxito y fracaso.
La última idea, y quizá la más difícil de aceptar, es que tanto tus éxitos como tus fracasos son tu responsabilidad. No hay excusas. Esa es la realidad. Si no quieres tomar el mando y ser el responsable de tu propia vida, ¿cómo esperas que sean otros los que lo hagan y consigan para ti la vida que quieres?
No puedes culpar al sistema educativo porque te ha timado, a la sociedad porque te ha engañado al jefe, al mercado o al cosmos porque el Big Bang fue injusto. Acepta esto de entrada y pasas a ser libre para diseñar tu propia vida.
Eres responsable de todo, de lo bueno y de lo malo, y esa es la mejor noticia que podrías recibir.
Vives en una sociedad que adora repartir culpas y poner excusas y exigir a otros que te den la vida que te mereces. No seas parte de eso porque no sólo no te beneficia en nada, sino que estás afectando a otros actuando así.
Siendo tú el responsable de todo, hay dos guías que te aconsejo para que hagan de brújula en ese trayecto de tomar la responsabilidad de tu propia vida:
¿Algo de lo que has hecho ha mejorado tu situación?
Si no ha sido así, rectifica, está en tu mano, así que hazlo y olvida el ego. Puedes tener mil razones para explicar por qué estaba bien lo que planteaste, pero no funcionó.
No te interesa engañar a nadie ni engañarte a ti mismo para preservar tu ego. Te interesa prosperar.
¿Puedes controlar esa variable?
Si puedes, haz el mejor esfuerzo porque se comporte como tú quieres. Si no, no gastes energía ni preocupación ahí. Inviértela en las que sí puedes controlar y eso generará una gran mejora.
Finalmente:
Si algo no salió como esperabas, es normal, aprende de ello. Los errores no sólo pueden ocurrir, deben ocurrir y son parte del mejor aprendizaje posible.
Los errores son inevitables, pero no tienen que ser finales.
Si funcionó como esperabas, sigue avanzando. El éxito no es una meta, sino un camino en el que seguir avanzando.
Si algo o alguien te bloquea, encuentra una nueva ruta. Siempre hay alternativas si estás dispuesto a buscarlas. Siempre te puedes ir de donde estás. Siempre puedes crear algo tú. En medio de eso y no hacer nada están todas las opciones.
Aquí tienes diez ideas para rebelarte contra lo establecido y la inercia social que te ayudarán a crear una buena vida personal y profesional sin perder de vista quién eres y lo que realmente te apasiona.
Tu vida es solo tuya. Hazla auténtica, hazla tuya, y asegúrate de disfrutar el viaje.
¿Es que hay otra forma en la que merezca la pena vivirla?