There is no dependence that can be sure but a dependence upon one’s self. John Gay
La dependencia es la forma moderna de esclavitud
Una de las cosas que más odio en la vida es depender.
Depender en el sentido amplio: de alguien, de una organización o, peor aún, de algo.
Si dependes de alguien, ese alguien tiene poder sobre ti hasta tal punto que podría llegar a ser la forma moderna del señor y el siervo feudal o del amo y el esclavo.
¿Tan heavy?
Sí, tan heavy.
Y es así porque aunque no haya violencia de por medio ni abusos, como en los casos de épocas pasadas, sí hay una relación de ascendencia por parte de la persona de quien dependes tan grande sobre ti, que tú realmente no tienes libertad.
No tienes elección y, por tanto, no tienes libertad.
Piénsalo un momento…
Ya.
Eso se parece bastante a la esclavitud civilizada.
Puede que no lo hayas reflexionado así, pero si tú única opción para generar ingresos es trabajar en una determinada empresa: dependes de esa empresa.
Si tu única opción de subsistir es tener contento a tu jefe, sea como sea este y se comporte como se comporte: dependes de esa persona.
Si tu única opción de mantener tu forma de vida es que te sigan aprobando la ayuda a la investigación a través de la cual desarrollas tu labor científica: dependes de quien da la ayuda.
Eres un dependiente.
Si a ti tampoco te gusta depender, entonces tienes que plantear esto de otra forma. Tienes que mantener tus opciones abiertas.
Necesitas tener más potencialidades que la que estás ejecutando en estos momentos.
The three most harmful addictions are heroin, carbohydrates, and a monthly salary.
Nassim Nicholas Taleb
Potencia y acto, decía Aristóteles.
Pues tienes que añadir más potencia.
Ponte en una posición en la que te puedas permitir decir que no
El antídoto contra la dependencia es crearte una situación en la que te puedes permitir decir que no.
Decir que no a esa empresa.
Decir que no a ese jefe.
Decir que no al programa del ministerio que financia tu puesto de investigador.
Decir que no a eso que sea que estás haciendo ahora o que te han ofrecido.
Y se trata de poder decir que no aunque te vendría bien aceptarlo porque mantienes unas buenas condiciones, o porque las mejoras. Pero puedes decir que no porque, por muy bien que te venga, puedes vivir sin ello.
No dependes de ello.
En ese momento eres libre.
Si no puedes hacer eso, no lo eres.
Piénsalo otro momento…
Ya.
- No me convence.
En mi vida siempre dependeré de alguien porque simplemente con trabajar para alguien ya soy un dependiente, según tu planteamiento.
No, mi fogoso e impaciente amigo. No es así.
Hay una diferencia tan grande como el felpudo pectoral de David Hasselhoff y la depilación láser entre que alguien te pague un sueldo y depender de ese alguien.
- Sigue hablando… me tienes nervioso.
Y cabreado.
Que tengas más opciones.
Que puedas decir que no.
Veamos: tú decides trabajar para alguien.
Si es decisión tuya y no has cogido esa opción porque estás desesperado y lo necesitas a cualquier coste, entonces no eres un dependiente.
Entonces es una relación de cooperación voluntaria que has decidido establecer. Eso es muy diferente y eso es virtuoso.
De hecho, la relación virtuosa entre dos partes es la que se establece de manera voluntaria por ambas partes.
¿Qué aspecto tiene una relación entre una organización y su empleado, que está allí no porque quiere, sino porque, aunque le disguste y lo pase mal, no tiene ninguna otra opción que seguir allí para mantener su sustento?
Pues, aparte de ser una relación de mayor o menor sumisión implícita, donde las dos partes saben que una de ellas tiene todo el poder sobre la otra, es también una relación donde al menos una de las partes no da lo mejor de sí mismo porque no quiere estar ahí.
Lo más probable es que ninguna de las partes de lo mejor de sí misma porque en esas condiciones rara vez se produce una cooperación virtuosa.
Puede ser un “ya que estamos, a ver si hacemos algo” o directamente un “a cara de perro”, pero será muy difícil que sea un:
- ¿Nos quedamos un rato más y terminamos esto?.
Dice el empleado.
- Eres un yonki, quiero descansar… Por cierto, ¿has visto el vídeo que te mandé ayer por Whatsapp?
Responde el jefe (que es otro empleado y tiene otro jefe).
Este tipo de relación virtuosa sólo sucede cuando dos partes deciden trabajar juntas (o relacionarse de cualquier manera, porque es lo mismo en cualquier ámbito de la vida) de forma voluntaria.
Entonces esa relación produce los mejores frutos porque ambas partes están contentas de estar en esa relación.
Están deseando volver a verse en la oficina (o en la videollamada) para seguir pasando ese buen tiempo aprendiendo, sacando cosas adelante y cooperando por un fin que les motiva a ambos.
En esa relación hay cooperación voluntaria y ambas partes lo saben.
¿Cuál es la condición para que eso se produzca?
Que ambas partes sepan que las dos están allí porque lo eligen, pero tendrían otras opciones si quisieran no estarlo.
Están allí porque quieren.
Eso lo cambia todo.
Ese es el modelo de relación que quieres establecer.
Ese es el modelo de relación que todo el mundo debería querer establecer, esté en la parte que esté.
- Se me está bajando el cabreo.
Me planteas una vida posible que no incluye la dependencia, la esclavitud moderna, y eso me está empezando a relajar, pero…
¿Cómo hago eso?
Créate la situación que te permita poder decir que no
Obviamente, para poder decir que no a algo o a alguien hay que trabajar duro antes. Eso no se produce sólo.
¿Has visto algo bueno que puedas conseguir que se produzca sólo?
Si es así, cuéntamelo mandándome un correo.
Ya sabes lo que va a requerir, como siempre, porque si fuera fácil lo haría cualquiera:
No puedes tener sólo una carta para jugar, tienes que tener más. Necesitas ampliar opciones potenciales que podrías ejecutar para poder tener salidas.
Tienes que crearte una situación vital que te permita la libertad de poder decir que no.
Para eso tienes que hacer lo siguiente, de más fácil (y más dependiente) a más complejo (y menos dependiente):
1.- Trabaja duro en crearte un perfil profesional bueno y, mejor aún, escaso.
La escasez es lo que hace que cualquier cosa con demanda sea cara y/o tenga poder de negociación.
Si tienes poder de negociación, tienes cierto grado de libertad, pero puede ser que sólo dentro de un rango de empresas / organizaciones muy corto.
Si ya estás trabajando desde hace un tiempo acuérdate de mantener tu perfil profesional competitivo y no dejes que el entorno te haga obsoleto, como pasa si no te preocupas de ello.
Pero…. mejoremos esto.
Más agresividad.
2.- Amplía tu rango. Aprende a hacer más de una cosa. Y practícalo.
Si sólo sabes hacer una, tienes poco rango. Tener poco rango te da pocas opciones. Pocas opciones te dan poca libertad.
Eres más dependiente.
Sea lo que sea que estés estudiando o que hayas estudiado, sea cual sea tu profesión: amplía el rango de tus opciones.
Si eres arquitecto, pero sabes de Marketing online, tienes más rango.
Si además podrías llevar la sala de un bar porque tienes buen trato y dejarías contento a los comensales, mejor.
Si has dado clases particulares y sabes que puedes tener ingresos por ahí si lo activaras, mucho mejor.
Lo vas pillando, ¿no?
Se trata de ampliar el rango de opciones que puedes poner en marcha.
Nada de lo que aprendes a hacer y, mucho mejor aún, pones en práctica, sobra. Todo suma para construirte la situación en la que puedas decir que no.
Tocar un instrumento.
Dar clases particulares a chavales de instituto.
Trabajar de reponedor en un supermercado mientras estudias.
Aprender a montar eCommerce con herramientas para no programadores.
Todo suma.
Obviamente, ponlo en práctica, no vayas a dejarlo en una lectura de verano.
Tienes que saber que puedes hacerlo porque ya lo has hecho o lo haces.
Si no, no te servirá.
Esto puedes hacerlo mientras estudias, pero también mientras trabajas (por elección propia, sin desesperación y felizmente) en tu empresa.
¿Cómo?
Eligiendo el camino de más esfuerzo y creciendo:
Si nunca visitas a clientes: visítalos y desarrolla capacidades comerciales.
Si no es tu trabajo mirar los números, míralos con tu compi el de finanzas y aprende de él.
Si no te toca nunca presentar los proyectos, pide presentar los proyectos.
Plantea un proyecto solidario para ayudar en tu comunidad, persuade e involucra a varios compañeros y a tu jefa y ponlo en marcha, lidéralo.
Todo esto y más puedes hacerlo. Y todo eso es lo que te va dando rango.
Pero…
Más agresividad.
3.- No vivas al límite del ingreso. Ten ahorrado.
Se ahorra en tiempo, no en dinero. Pero esa herramienta la forjaremos otro día.
Por ahora practica esto:
Necesitas tener un colchón financiero que te permita decir que no porque, aún diciendo que no, puedes llenar la nevera durante un tiempo razonable.
No ingreses 100 y gastes 100, no lo hagas.
Oblígate a tener una mínima capacidad financiera para… poder decir que no.
Si crees que es más virtuoso ganar 100 y gastar 100 porque te lo pasas muy bien, aunque no puedas aguantar tres meses fuera del mercado sin una ayuda, entonces recuerda que eres un dependiente de esa nómina y piensa a ver si cambia tu perspectiva.
No estás en una mejor posición en la que disfrutas de la vida. Estás en una posición vulnerable que te hace dependiente.
Con estos tres pasos tienes suficiente para poner en marcha el camino hacia poder decir que no.
If money is your hope for independence, you will never have it. The only real security that a man can have in this world is a reserve of knowledge, experience and ability.
Henry Ford
Arnold se puso en una posición en la que pudo decir que no
Arnold Schwarzenegger no recita Shakespeare en la mejor tradición del teatro inglés.
Arnold no es un actor del método que haya creado una nueva escuela de actuación.
Admitámoslo, Arnold no actúa, sólo es Arnold.
Pero, precisamente, por eso nos gustan sus películas. Es un placer culpable. Es la camisa amarilla de flores que te gusta aunque sabes que es hortera.
Lo que Arnold sí es, sin embargo, es alguien que se puso en una posición en la que pudo decir que no, y se lo trabajó durante mucho tiempo desde diferentes ángulos.
Justo como te indiqué arriba: ampliando rango, desde la capitalización en forma de conocimiento, habilidades y experiencias hasta la capitalización en forma de… capital.
Fíjate en esto:
Arnold nace en Austria y llega a EE.UU. sin apenas saber inglés, pero con unos pectorales amplios, eso sí.
Había ganado ya varios campeonatos de culturismo en Europa y llevaba 27.000 dólares de la época (años 70) ahorrados.
No se lo gastaba todo en suplementos.
Su popularidad como culturista en una época en la que esta era una actividad underground y marginal empieza a subir y él es una de las razones por las que el deporte adquiere notoriedad.
Un hombre puede ser un artista en cualquier cosa. Su arte era el hierro.
Esa era su actividad principal.
Nueva opción 1:
Arnold aprovecha esa oportunidad que le da la notoriedad y sus apariciones en revistas especializadas para poner en marcha un curso de musculación por correo.
Todas las mañanas enviaba los fascículos de su curso y respondía a sus clientes.
En la pandemia de la COVID-19, rescató algunos de sus entrenamientos por correo y los publicó para que la gente pudiera hacer ejercicio en casa.
Con un cepillo de barrer, si era necesario:
Nueva opción 2:
A la misma vez, aparte de ser un culturista profesional (el único que cobraba un salario pagado por un tercero por ir al gimnasio en aquellas épocas), se pone a trabajar como albañil con su amigo Franco Columbu, otro inmigrante, italiano, en este caso.
Otro currante.
Se promocionan a sí mismos como “albañiles europeos” especializados en chimeneas y cosas más sofisticadas que hacer un muro (parece que en California pensaban que ser europeo era mejor para esos menesteres).
Hacen de ser inmigrantes una ventaja.
Nueva opción 3:
Arnold estudiaba por la noche en Santa Monica College para mejorar su inglés. Luego terminó un grado en Business Administration en la Universidad Wisconsin-Superior.
Nueva opción 4:
Y, finalmente, Arnold invirtió, con lo que ahorraba, en ladrillo.
No el que ponía él por el otro lado como albañil, sino el que había puesto otro y eran ahora pisos y edificios.
Compró su primer edificio con 4 apartamentos y los puso en alquiler.
Arnold quería entrar en el cine y seguir una carrera como la de alguno de sus héroes musculados de la época en blanco y negro de Hollywood, así que alquilaba esos pisos a actores, guionistas y gente del gremio para conocerlos y empezar a introducirse en el mundillo.
Se estaba poniendo en una posición para entrar en donde le interesaba.
Opciones, opciones, opciones.
Arnold se dedicó implacablemente, de manera sistemática, a abrirse opciones y crearse una situación en la que pudiera decir que no.
Se esforzó en hacerlo.
¿Decir que no a qué?
A que le tiraran una limosna como actor y tuviera que cogerla porque estuviera desesperado, como tantos otros aspirantes a actores hacen, porque estuviera viviendo en el sofá de un amigo de prestado y comiendo sólo cereales y judías de lata.
Con menos de 30 años años Arnold era ya millonario, tenía edificios de 100 pisos en propiedad que alquilaba y había hecho una serie de operaciones inmobiliarias de compraventa donde generaba beneficios que reinvertía para comprar activos más grandes.
No se hizo millonario con Conan. Ya era millonario cuando llegó al cine.
Piénsalo…
Arnold sabía que una montaña de músculo con un acento austriaco que desafiaba todo buen gusto y sin la capacidad dramática de Robert de Niro lo tendría bastante crudo en una industria donde los nuevos protagonistas eran hombres de 1,67 cm y 60 kg., tipo Dustin Hoffman o Woody Allen.
Sabiendo esto, se creó una situación en la que pudiera decir que no cuando le propusieran hacer de mono de feria con tal de tirarle una moneda. Cosa que sabía que era lo que podrían proponerle.
Teniendo esa situación creada, no siendo un dependiente, habiendo conocido al director Bob Rafelson en las reuniones que montaba en el patio de su piso en el edificio que alquilaba a gente del cine para relacionarse con ellos y esperando su oportunidad, consiguió participar con dos importantes jóvenes actores (Jeff Bridges y Sally Field) en Stay Hungry y ganar un Globo de Oro (sí) al mejor debut cinematográfico en 1977.
Después lo que ganaría a paladas sería dinero, no premios a la actuación.
Algo más tarde llegarían Conan, The Terminator y ser el actor mejor pagado del mundo.
Después fue Governator de la, entonces, quinta economía del mundo, California.
Pero primero llegó la no dependencia y la posibilidad de decir que no.
Si no hubiera podido elegir en qué papeles aparecer, seguramente no hubiera podido tener la carrera en Hollywood que luego tuvo.
Si un inmigrante que apenas hablaba el idioma y que practicaba un deporte marginal que el 99% de la humanidad no sabía que existía pudo ahorrar, crearse tres o cuatro líneas de ingresos diferentes y ponerse en una posición de poder decir que no para preparar su improbable asalto al mundo del cine, supongo que tú también puedes crear una situación en la que puedas decir que no.
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José Fortes - La Forja
josefortes@substack.com
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