Suckers try to win arguments, nonsuckers try to win. Nassim Nicholas Taleb
Dos personas están debatiendo.
Sobre cualquier cosa.
Ninguno tiene ascendencia sobre el otro (ninguno es el jefe del otro), así que no tenemos distorsión. La cosa se acalora, que es lo suele pasar cuando lo que se debate genera emociones fuertes a los que debaten (que es lo que pasa cuando se debaten casi todas las cosas que merece la pena debatir), y pasan a discutir.
Al cabo de un tiempo determinado y dependiendo de si están en privado o en público, ocurrirá, con un 99.9% de probabilidad, lo siguiente: ninguno reconocerá que el otro tiene razón.
En nada.
Sin embargo, esto es absurdo.
Y lo es porque un buen objetivo en la vida es querer aprender y conocer las mejores tesis posibles.
Por tanto, si dos personas debaten y una tiene razón, la que no la tenia ha ganado. Indiscutiblemente.
¿Por qué?
Porque la que no tenía razón ha aprendido algo y ha avanzado su posición.
La que ya estaba en lo cierto no se ha movido ni un centímetro. No ha ganado nada de conocimiento.
¿Cuál es tu objetivo en la vida, tener razón en debates y discusiones o aprender?
¿Cómo ganas realmente?
¿Si sigues en el mismo punto en el que ya estabas, cómo llamas a eso ganar?
¿Por qué? (1)
Podríamos pensar que es porque, realmente, ninguno ha conseguido ser persuadido de los argumentos del otro y que, genuinamente, ambos piensan que tienen razón en sus planteamientos iniciales.
No es por eso.
Rectificar es de sabios. Refranero popular.
Ni de coña.
O sea: sí, lo es, pero nadie lo hace. Aunque la frase esté en el refranero popular.
¿Por qué? (2)
Porque la sociedad se encarga de destruir a quien es capaz de cambiar de opinión y decir abiertamente que estaba equivocado.
Destruirlo.
El que se arriesgue a debatir en público cualquier asunto y se le ocurra decirle al otro que tiene razón, que sus argumentos son mejores o que “no lo había visto así hasta ahora” y cambie de opinión, ese será atacado por (casi) todos.
Ese será designado como una marioneta no fiable, chaquetera, sin principios y, a todos los efectos, un apestado social en ese círculo.
¿Conoces a alguien que haya debatido en una cafetería, plaza o grupo de amigos en un cumpleaños, se haya invertido a sí mismo emocionalmente lo suficiente en el debate y acabe diciéndole al otro que tenía razón y que él estaba equivocado?
Si lo conoces mándame un correo. Es Sócrates reencarnado.
Cualquier grupo social hace pagar al individuo que cambia de opinión ante una argumentación que considera mejor.
Por eso el refranero es cierto, pero no se cumple.
Por eso nadie cambia de opinión.
Nunca.
Sobre nada importante.
Los políticos no cuentan en esto, obviamente.
¿Por qué? (3)
Hay más factores muy importantes que empujan en la misma dirección. Por ejemplo:
Cambiar de opinión es doloroso.
Cuando alguien cambia de opinión sobre algo no trivial es un proceso doloroso.
Es doloroso porque, de alguna manera, las creencias sobre las que se sustentaba hasta ese momento acaban de ser barridas y eso desestabiliza emocionalmente.
Por eso todos somos reticentes a cambiar de opinión, porque nuestro interés en conocer la mejor verdad disponible, nuestro interés por aprender genuinamente, es más débil que la autoprotección natural que nos pide nuestra mente ante agresiones como cambiar de opinión sobre algo importante.
El ejemplo más extremo de esto llega cuando cambiar de opinión está ligado, directamente, a negarte a ti mismo y tu identidad.
Hay opiniones y creencias sobre el mundo y la vida que directamente forman parte de la imagen que tienes de ti mismo. Si estas creencias se ven atacadas, cuestionadas con buenos argumentos y te vieras en la tesitura de tener que cambiarlas o abandonarlas, sufrirías bastante.
Sufrirías mucho.
No es cómodo negar parte de lo que consideras tu identidad porque ahora la lógica te diga que parece más sensato otro enfoque sobre el tema.
Concretemos:
- Soy bueno porque colaboro con una grupo que planta Brufelias en Perryland.
¿Y si ese grupo hace más daño que bien porque extingue cosechas locales que encarecen la comida de la que se alimentaba la gente a costa de producir algo para exportar a países desarrollados?
¿Vas a aceptarlo o vas a defender que han sido fallos esporádicos que no invalidan un sistema, etc., etc.?
Porque si lo aceptas, estarás diciendo que la razón por la que te considerabas bueno ha desaparecido y, por tanto, no serías ya bueno.
- Bueno, este grupo es malo. Me he dado cuenta.
Tras mucho sufrimiento lo aceptas y admites que ese grupo lo ha hecho mal porque, en efectos de segundas y terceras derivadas, sus acciones han hecho más daño que bien y tú no lo sabías.
Ahora, mejor informado, has soportado el dolor, has pasado por él y eres capaz de emerger aceptando lo mejorado como ser humano que has salido de todo esto.
Eres un campeón del pensamiento crítico. Estás en el percentil 99.
Felicidades.
- Aquel grupo se equivocaba. Pero eso no invalida el modelo. He buscado otro que ayuda a Perruelidos en Nueva Perryland. O sea: que sigo siendo bueno porque sigo ayudando.
Mi identidad se puede mantener.
OK…
Y si alguien es capaz de armar un caso sólido para demostrar que la mejor manera de ayudar no es esa, sino que, antes bien, esa forma está haciendo daño. ¿Lo vas a aceptar también?
Aquí ya no hay escapatoria. O sí o no.
Si por colaborar con esos grupos eras bueno, como eso se caiga, ya no lo vas a ser.
Así, al menos, es como lo vas a percibir tú, porque parte de tu identidad estaba relacionada con eso.
Lo cierto es que ni eres más bueno ni más malo, pero a quién le importa la realidad, sino la percepción.
Desde luego a los humanos no.
Dudo que aceptes eso. Así baje el Dios de la lógica y te demuestre matemáticamente que estás equivocado. Porque, después de todo… ¿quién no quiere ser bueno cuando se va a dormir por la noche?
Diría que es hasta antihumano ser capaz de cuestionarse los propios principios, creencias y opiniones hasta el nivel de poder atacarse a uno mismo y admitir que cosas ligadas a a identidad que te has construido son erróneas y tienes que cambiarlas.
Pero eso no quiere decir que no haya que cuestionárselas. Quiere decir que es difícil.
Si fuera fácil lo haría todo el mundo.
Muchas veces la gente sabe que debería cambiar de opinión, pero hay demasiado coste hundido invertido en esa opinión y hay demasiado de su identidad ligado a ella.
Al Pacino. Scent of a woman.
Sin embargo. La realidad es que no es importante. Es imperativo… poder cambiar de opinión
El pensamiento crítico se sustenta en la capacidad de cuestionarnos todo, incluso a nosotros mismos (cuestiónate este artículo) en búsqueda de lo que parezca más razonable.
Esa capacidad de cuestionamiento sosegado, apoyado en análisis sólidos y no espurios y, finalmente en entender qué argumentos son más válidos formalmente que otros, es radicalmente clave para aprender de forma correcta cómo funciona el mundo y generarnos una opinión sobre el mismo.
El problema es que todo el mundo está de acuerdo con esto pero es muy, muy , muy difícil de materializar.
Te voy a decir mi opinión:
Creo firmemente que igual que se produjo el “milagro” de que el pensamiento científico, basado en el método científico, se convirtiera en el paradigma de pensamiento general dejando atrás a la alquimia y a tantos otros modelos mentales no válidos, catapultándose así el progreso humano, el siguiente gran salto tiene que venir de la diseminación de pensamiento crítico como modelo.
Si logramos que el pensamiento crítico pase a ser fundamento y paradigma general de razonamiento de nuestra sociedad, conseguiremos un salto de igual o mayor impacto que el del pensamiento científico.
Pero es más fácil, mucho más fácil para el ser humano, aceptar el pensamiento científico que el crítico.
Y lo es porque nadie tiene parte de su identidad invertida en que una manzana caiga o no caiga o en que un electrón haga una cosa o la contraria.
Pero la gente si se tiene invertida a sí misma en si está alineada con las causas y opiniones que considera más virtuosas o menos.
Y eso lleva directamente a pasar por ese sufrimiento y esa negación de partes de sí mismo que deberían cambiar.
Eso es otro juego completamente distinto lleno de sesgos cognitivos y de cientos de miles de años de evolución que nos defienden contra ello.
Por tanto, no creo que vaya a ser fácil, si es que acaso es posible.
Pero hay que intentarlo.
Dónde será muy difícil encontrar pensamiento crítico
Posiblemente donde te lo vendan: en la educación en general, desde primaria hasta la educación superior. Te dirán que el pensamiento crítico es importantísimo y que además lo fomentan.
En esos y otros foros, muchos de los que prediquen el pensamiento crítico serán los más dogmáticos cuando los cuestiones de verdad, cuando los cuestiones hasta el átomo en sus creencias y los arrincones argumentalmente.
Haz la prueba.
Haz la prueba contigo mismo.
Todo el mundo suele empezar muy feliz a “contrastar pareceres sanamente”, sobre todo el que se tiene por pensador crítico, hasta que se quiere bajar de la conversación porque se siente atacado o te ataca él de forma personal.
Esto no es más que haber llegado al punto donde duele.
Todo es muy fácil hasta donde duele.
Ahí ya es más difícil seguir practicando activamente el pensamiento crítico para ver si puedes aprender una tesis mejor que la tuya.
Y si es tan jodido: ¿ por qué debería querer hacerlo?
Porque es la manera de avanzar más poderosa que vas a encontrar para aprender las mejores explicaciones disponibles sobre algo y, sobre todo, porque es el mejor método para aproximarte al aprendizaje continuo intentando minimizar los sesgos e imperfecciones que tenemos todos.
Por eso.
Es algo aspiracional en lo que trabajar y trabajar duro. Cada centímetro que conquistes en este terreno va a suponer que tu capacidad para aprender de forma correcta crecerá muchísimo.
Por eso te interesa.
We are trying to prove ourselves wrong as quickly as possible, because only in that way can we find progress. Richard P. Feynman
¿Sabes lo que no te interesa? Tener la razón en tu grupo de amigos, en clase, en el trabajo o en un foro de Internet.
Eso es intentar que otros no te ataquen y opinen mal de ti.
Pero, otra vez: a ti te importa lo que tú opines de ti.
Igual que buscarte oportunidades depende de ti. Igual que resolver problemas y convertirte en útil depende de ti.
Un ejemplo: pensamiento no crítico en un artículo que promociona el pensamiento crítico
Una publicación con nombre muy fino publica este artículo “Pensamiento crítico: más allá de la inteligencia”.
Cuando llegué a él estaba sesgado positivamente y esperando encontrarme algo bueno. Porque a mi me interesa el pensamiento crítico. Aspiro a él.
Sin embargo, y aunque hay cosas que sí me parecen aseadas de ese artículo, hay algunas barbaridades.
Textualmente:
Aceptar que no se sabe
Sin embargo, esta etapa de verificación y profundización ulterior puede resultar delicada: tal vez no solo se apoya en una experiencia elevada, sino también en las facultades cognitivas dependientes del CI que se sabe que son relativamente poco sensibles a la educación. Tal vez es necesario aceptar que ciertos problemas y determinadas evaluaciones de la información siempre nos serán inaccesibles porque son demasiado complejos.
¡Qué importa! Saber que no se sabe supone un gran paso hacia el pensamiento crítico.
Hasta aquí, aseado intelectualmente.
Ahora viene lo bueno:
Y, si es necesario, existen otras estrategias que nos permiten sortear las propias limitaciones: identificar las fuentes de información fiables y remitirse al juicio de expertos —en el caso del calentamiento global, por ejemplo, es fácil observar que el consenso científico es abrumador, incluso cuando algunas personas adopten una posición marginal—.
¿Qué es una fuente fiable? La más independiente y rigurosa, supongo. ¿Y esa cuál es? ¿La que digas tú? ¿La “oficial”? ¿La de una empresa que se dedique al fact checking?
Si no insultamos la inteligencia de nadie sabemos que todas esas fuentes tienen sesgos influidos por sus patronos. Eso no es malo, si sabes que tienen sesgos influidos por sus patronos. No existe una fuente fiable, en definitiva. Existen fuentes más sesgadas y menos sesgadas.
Y luego, si no somos capaces de entender y juzgar razonablemente un asunto tenemos atajos (heurísticas) como remitirnos al juicio de los expertos, como el consenso abrumador frente a posiciones marginales.
¡El señor del chandal verde ha cantado bingo! Dice que ya se han dicho todas las memeces.
La publicación es muy fina, pero olvida cosas básicas:
Un argumento es bueno o malo por sí mismo, por su lógica interna y su correlación con la evidencia empírica (si aplicara el caso), pero nunca… por quién lo dijo ni por cuántas personas lo dijeron.
Eso es lo que se conoce en la calle como: una falacia. Falacia ad verecundiam. Es de primero de falacias.
¿Se acuerda alguien de Galileo?
¿Se acuerdan lo que decía el consenso abrumador sobre su teoría?
¿Se acuerdan quien tenía razón?
Ni influyó el número de personas que estaban en contra ni el estatus (que es lo que tiene un experto: autoritas y estatus) de esas personas. Estaban todas equivocadas y Galileo en lo cierto.
Y punto.
Este es sólo un ejemplo de cómo donde más finamente te lo quieran contar y con más ahínco lo quieran practicar (y hasta se lo quieran buenamente creer), el pensamiento crítico sigue encontrándose con el humano y puede despeñarse por la resbaladiza ladera de nuestra imperfección.
Esta publicación tiene buena intención. Pero se equivoca.
Por cierto ¿Sabes por qué lo de Galileo fue tan importante?
Porque retaba a la concepción del mundo que se tenía en la época.
Y eso retaba a los roles e identidades que tenían muchas personas de esa época construidas en torno a esa concepción del mundo.
Por eso alguien que vaya a cuestionar eso encontrará todo tipo de oposición, aunque su argumento sea mejor.
Es lo que decíamos de que si lo que se debate toca lo social o cuestiones relacionadas con la identidad que la persona se ha formado de sí misma, va a encontrar muchas reticencias.
La prueba del algodón
Si tras todo esto quieres saber qué nivel de pensamiento crítico tienes tú y tu entorno actualmente, te dejo algunas preguntas que te puede ser útiles:
¿Cuántas veces has cambiado de opinión sobre temas importantes, de fondo, en los últimos meses o años?
Si es pocas o ninguna: la estadística está en tu contra. Es muy difícil tener siempre la razón. Indicador de pensamiento crítico lesionado.
Precaución: se duro. Duro de verdad. No te busques un tema confortable. Busca un tema duro de fondo. Hay muchos, no me hagas enumerarlos.
¿Cuántas veces han hecho lo propio en tu entorno?
Mismo resultado: la estadística está en contra del que siempre tiene razón y nunca ha admitido una tesis superior a la suya en asuntos de verdadero calado.
Todo este artículo podría haberse resumido al final a lo que se reduce todo:
¿Te interesa aprender y mejorar o tener razón?
¿Qué te ha parecido este artículo de La Forja?
Me ha encantado — Bueno — No me ha gustado
José Fortes - La Forja
josefortes@substack.com