#51 - Convierte tus objetivos en problemas con restricciones. Luego resuélvelos.
"Voy a hacer mi mejor esfuerzo". ¿Cuántas veces lo has dicho? ¿Y cuántas veces lo hiciste sin obtener los resultados que querías?
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En un mundo sin restricciones, la gente se toma su tiempo en los proyectos. Asumen muchos menos riesgos y gastan todo el dinero que les den. Intentan alcanzar sus objetivos de forma cómoda y conservadora, lo que, por supuesto, no lleva a ningún sitio nuevo.
Peter Diamandis
El problema de enfocar los objetivos desde el "esfuerzo"
"Voy a hacer mi mejor esfuerzo".
¿Cuántas veces lo has dicho?
¿Y cuántas veces lo cumpliste sin obtener los resultados que querías?
Plantear tus metas en función de tu esfuerzo es un camino directo al fracaso. Y no porque no trabajes duro, sino porque:
El esfuerzo no es un resultado. Puedes sudar sangre y no acercarte ni un milímetro a tu objetivo.
El esfuerzo es una métrica de input que es difusa y, sobre todo, que no le importa al mundo. El error está en que puedes confundir actividad con progreso.
“Trabajé tanto, debería haberlo conseguido”.
No. No necesariamente. Hay cierta correlación, pero no es suficiente para convertir esa realidad en causa - efecto.
Lo único que cuenta es si alcanzaste el resultado.
En vez de prometerte que darás lo mejor de ti, fíjate un objetivo concreto, desmonta el problema hasta sus componentes básicos y ten claras las variables que afectan a la consecución de ese objetivo. Piensa como un ingeniero, no como un mártir.
Hacer lo mejor que puedes no es suficiente. Al mundo no le interesa la intención, le interesan los resultados.
Tus objetivos son problemas con restricciones
Si planteas todo lo que quieras conseguir en la vida como un problema con restricciones, notarás un cambio en tus resultados.
¿Por qué?
Porque cambia la forma en que abordas cualquier objetivo.
Piensa en un ingeniero que está entrenado para resolver problemas con restricciones. Las más importantes le imponen conseguir su objetivo en un tiempo, con un presupuesto y con unos recursos dados. La diferencia entre un matemático o un físico y un ingeniero es exactamente esa: unos operan en el mundo teórico, el otro en el mundo real. El del mundo real debe dar soluciones que funcionen y cumplan las restricciones.
Un ingeniero no puede decir: "Voy a hacer lo mejor que pueda".
Tiene que decir: "Voy a construir este puente con este presupuesto, este equipo y en este plazo".
Las restricciones limitan lo que es posible. Te obligan a ser creativo. No puedes mover las restricciones, así que debes mover todo lo demás para lograr tu objetivo.
La creatividad se alegra cuando se encuentra una restricción.
En tu vida, las restricciones ya están ahí:
No tienes todo el tiempo del mundo.
Tampoco tienes dinero ilimitado.
No cuentas con todos los recursos y las personas posibles.
Sin restricciones, la vida sería fácil y entonces cualquiera podría conseguir todo lo que quisiera. Pero no lo es. Y es precisamente en las restricciones donde está tu oportunidad de ser mejor.
Las restricciones no son un castigo, son la brújula que te guía directo a lo que importa.
Empieza desde el final y diseña el camino hacia el principio
El objetivo es el final. ¿Qué tienes que hacer para llegar a él?
Si intentas hacer "tu mejor esfuerzo" o "todo lo que puedas" para lograr el objetivo, estás viendo el problema como un viaje desde tu punto de partida hasta el objetivo final. Esto es intuitivo, pero, contraintuitivamente, no va a obligarte a sacar lo mejor de ti y menos va a servir para conseguir objetivos difíciles.
Si tu plan depende de dar lo mejor de ti, ya estás aceptando no conseguir el objetivo como una opción.
Empieza al revés: aquí lo único claro y fijo es el objetivo y que hay que conseguirlo. ¿Dónde está el objetivo? Ese es el final. Ahí es donde vas a llegar.
OK. El final está claro y es fijo, es la única constante en el problema. No vas a modificarlo: todo el problema gira en torno a él, no al revés.
Ahora: ¿Qué tienes que hacer para llegar?
Fija los obstáculos, las restricciones. Eso tampoco lo puedes modificar.
Perfecto. Ya lo tienes claro: tienes el objetivo y los obstáculos. Ahora ya sólo tienes que trazar el camino al revés, desde el objetivo a donde estás tú, y recorrerlo. Pero puede que ese camino no sea evidente, puede que ahora mismo no haya camino. Pero sabes lo más importante, lo que lo cambia todo: el objetivo inamovible y las restricciones, que es por donde no puedes pasar.
Definir un objetivo y tener claras las restricciones pone el resultado en el centro de la ecuación.
Si el objetivo es difícil y propio de un problema que te merezca la pena resolver porque generarás mucho valor haciéndolo, vas a tener que hacer cambios en el trayecto para que ese camino aparezca.
Por ejemplo, puede que me digas que no se puede pasar por ese sitio del bosque, que no hay camino.
Te diré que si has pensado en talar árboles para abrir un camino.
Me dirás que solo tienes un hacha y que tardarías demasiado.
Te diré que uses una retroexcavadora.
Me dirás que es cara y no tienes el dinero.
Te diré que llegues a un acuerdo con el dueño de una, a cambio de recoger del camino cosas que le interesan a él.
Podemos seguir así ad infinitum.
Crea el camino, eso es lo único que importa. Tu creatividad está ahí para ayudarte. Ya te dije que las restricciones iban a ayudar a tu creatividad.
Ver el mundo como problemas a resolver con restricciones no es una técnica; es una filosofía de vida.
Una anécdota se hizo popular entre quienes trabajaron conmigo cuando dirigía el departamento de innovación de una gran empresa. Surgió ante la respuesta de uno de mis jefes de proyecto a una simple pregunta:
- ¿Vamos en línea para conseguir el objetivo?
- No lo sé, llamé a uno de los proveedores y no me lo cogió.
- Llamaste al proveedor y no te lo cogió. ¿Tú crees que yo vivo de que hagas llamadas o de conseguir los objetivos?
- OK. Pero, ¿qué hago si el proveedor no contesta?
- ¿Has ido a su oficina, te has rociado con gasolina y amenazado con quemarte a lo bonzo si no se cumplen los hitos?
- No.
- Pues hasta ahí puedes llegar. Ese es tu límite. Por debajo de eso, todo está disponible para que lo explores:
Invítalo a desayunar y llévatelo a tu terreno.
Regálale algo relacionado con su oscura afición por los juegos de mesa que nadie sabía que le gustaban.
Ponle una bala en el buzón con su nombre y el nombre del proyecto.
Sé creativo. Disfruta.
Aclaré que lo de la bala era una metáfora y aquello sirvió para abrir la mente a mi equipo respecto a que se puede hacer mucho, muchísimo más, y que no hay excusas. Solo está el objetivo con las restricciones y todo lo demás es un campo de juego para modificarlo y conseguirlo.
Luego me recordaron aquella ocasión imitándome con burla durante años:
"¿Tú crees que yo vivo de que hagas llamadas?"
Está bien que se rían de ti... si consiguen los objetivos.
Haz que las restricciones trabajen para ti
Si no las enfocas desde el ángulo adecuado, las restricciones no te van a gustar. Pero, si las manejas con inteligencia, se pueden convertir en tu ventaja.
Hacer tu mejor esfuerzo no es un plan. Diseñar un sistema para alcanzar tu objetivo, sí.
Si diseñas el camino desde el final al principio, y fijas en el terreno las restricciones que tienes, tus soluciones serán más creativas y más cercanas óptimo.
¿Por qué?
Las restricciones ayudan a diseñar el camino crítico, el más estrecho y con el mejor trazado. No puedes elegir pasar por donde quieras ni desperdiciar anchura porque chocarías con un obstáculo.
Las restricciones son oportunidades para forzarte a encontrar mejores soluciones.
Te recomiendo que utilices este framework basado en restricciones como manera de resolver problemas. Yo lo hago cada vez que tiene aplicación:
¿Cómo empezar a usar este framework?
Si estás pensando que esto suena bien en teoría, pero no sabes cómo aplicarlo, aquí te dejo algunos pasos prácticos:
1. Define un objetivo claro. Esa es la constante de la ecuación.
“Quiero ganar 10.000 euros más al año” es un objetivo.
“Quiero ganar más” no lo es.
2. Identifica las restricciones.
¿Cuánto tiempo tienes para lograrlo?
¿Qué recursos tienes y cuáles no?
3. Mueve las variables.
¿Qué puedes hacer que ahora no haces?
¿Qué puedes dejar de hacer que haces ahora?
¿Con quién puedes contar para beneficiarlo a él al ayudarte con tu objetivo?
4. Evalúa las soluciones posibles con las restricciones.
Descarta todo lo que no cumpla con el marco que te impusiste.
Las soluciones no serán evidentes. Si fuera fácil, cualquiera lo haría. Sé creativo.
Recorre el camino desde el final hasta el principio.
5. Ejecuta y ajusta.
Si no funciona, ajusta las variables y vuelve a iterar.
El mundo no te da lo que mereces, sino lo que eres capaz de diseñar y ejecutar.
Tu mejor esfuerzo no es suficiente. Diseña un sistema que lo sea.
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