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No es lo que miras, sino lo que ves.
Henry David Thoreau
Hoy voy a hablarte de finanzas empresariales puras y duras, lo cual no es habitual aquí. Sin embargo, recientemente, he tenido varias conversaciones con algunos directivos, fundadores de startups y empresarios a los que asesoramos y ha habido ángulos de lo que hemos hablado que les han ayudado. Por eso también puede ser interesante para los lectores de La Forja que sean emprendedores, directivos, empresarios, para los que lo quieran ser en el futuro y para los curiosos en general.
El EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization) es uno de esos términos que suenan en todos lados, se entienda o no. Se sepa utilizar para algo o no. Lo que me interesa es darte algunos ángulos sobre cómo utilizar el EBITDA como herramienta de análisis y gestión. No me interesa su visión contable (¿a quién le interesa?) y saber calcularlo no es lo mismo que comprenderlo y utilizarlo para tomar decisiones.
¿Qué es el EBITDA y por qué existe?
Para todo en la vida, pregúntate primero "¿por qué existe esto?, ¿para qué se inventó?"
Los conceptos, el conocimiento simbólico del ser humano existe porque alguien lo inventa, no porque se materializó un día de entre la espesura de la niebla sin más. Bueno, si alguien lo inventó, es que había un problema que resolver con ello. Para eso sirven las dos preguntas que debes hacerte cuando aprendas cualquier cosa nueva, para indagar en cuál era ese problema y por qué tiene sentido que se haya intentado resolver.
Esto, como heurística para maniobrar en el mundo, te va a dar una sorpresa positiva: descubrirás que hay cosas que se inventaron para estupideces. Hay problemas que no merecían la pena ser resueltos por irrelevantes, pero aún así se hizo y se gastó pensamiento en ello. Hoy estás consumiéndolo tú para nada, porque no tiene ningún valor. Sólo parece que lo tiene.
Eso ya no te va a pasar porque ahora tienes las dos preguntas clave cuando quieras aprender algo. Si las respuestas que encuentras no te parecen suficientes. Entonces no gastes energía en eso. Hay muchas otras cosas que merecen la pena.
Saber lo que no te interesa aprender es tan importante como aprender lo que sí te interesa.
Imagina una conversación hace mucho, mucho tiempo:
- Esta Cuenta de Pérdidas y Ganancias, esta P&L, tiene demasiado ruido.
- Sí, entonces hagamos un corte, eliminemos lo irrelevante y quedémonos con lo esencial: quiero saber cómo rinde realmente el negocio.
Si somos buenos con las motivaciones de sus creadores, seguramente, así nació el EBITDA.
El nombre es un poco intimidante, pero el concepto es simple: es el rendimiento operativo puro de un negocio.
Nada más.
Nada menos.
¿Por qué alguien se tomaría la molestia de inventarlo?
Porque la contabilidad añade conceptos que complican entender el rendimiento del negocio. La contabilidad tiene diversas funciones, siendo la principal ser el lenguaje con el que una empresa habla con el Estado para que este la entienda y sepa cuántos impuestos ponerle. Eso no te dice nada sobre tu empresa, no te sirve para gestionar. Por eso aparece la contabilidad analítica, para añadir datos que sí te sirvan para entender el negocio a nivel financiero y tomar decisiones. Por eso aparecen conceptos como el EBITDA, que al Estado le dan igual, pero a ti no.
El EBITDA elimina las distorsiones provocadas por:
Los impuestos: no son culpa del negocio. Ningún directivo asigna impuestos al negocio. Eliminarlos de la ecuación elimina una piedra en la mochila que sí tiene que cargar el beneficio neto.
Las decisiones de financiación: una deuda mal diseñada y gestionada, o un historial de decisiones financieras mediocres no deben empañar lo que produce la empresa en esencia. No es problema del EBITDA.
Conceptos puramente contables: depreciaciones y amortizaciones son inventos de la contabilidad. El dinero salió cuando compraste el activo, no mientras lo amortizas.
El EBITDA ayuda a mostrarte lo que rinde tu negocio sin maquillaje, como se levanta por la mañana.
La utilidad del EBITDA
Aunque no es perfecto, el EBITDA es una herramienta muy útil en el mundo de los negocios. Algunas de sus aplicaciones más prácticas son:
Comparaciones justas: si comparas dos empresas, el EBITDA te permite hacerlo eliminando las distorsiones causadas por deudas, impuestos y conceptos contables superfluos. Es como comparar dos coches sin preocuparte por si uno tiene el maletero lleno o la radio encendida.
Bonus sensatos: los directores generales pueden recibir incentivos basados en el EBITDA. Tiene sentido: les bonificas por cómo hacen rendir al negocio. No puedes responsabilizar a un CEO por decisiones de financiación tomadas antes de su llegada o por los propietarios, ni por el nivel de presión fiscal del país.
Detectar oportunidades: una empresa con un EBITDA sólido pero un beneficio neto desastroso puede ser una oportunidad en bruto. Quizás los problemas están en los intereses de la deuda o en una mala optimización fiscal. Identificar eso puede permitirte reflotar el negocio.
Hay otras tantas cosas de valor que se pueden extraer del EBITDA en relación con toda la P&L, pero mi intención es darte algunas claves rápidas y directas.
Venga, te dejo un bonus:
Crecimiento sano: si una empresa crece en Ingresos y también crece de forma proporcional en EBITDA es un indicador de "crecimiento sano". Si el EBITDA mejora el crecimiento proporcional de los ingresos, más sano aún. Si crece en ingresos, pero no en EBITDA, no es tan interesante. A todo esto hay que ponerle contexto. Puede que en un contexto determinado sí sea muy interesante, pero quédate con la idea básica.
Fíjate en la relación entre ingresos y EBITDA y en su evolución en el tiempo. Hay gente que considera vender más y crecer la empresa una métrica de éxito. Puede haber contextos, y los hay, en que así sea porque es parte de la estrategia de esa fase pero, en general, no te interesa mover dinero de un sitio para otro y quedarte con casi cero de ese dinero. Lo que te interesa es ganar dinero, no moverlo de un lado a otro, de tus clientes a tus proveedores y tú verlo pasar sin ganar nada con ello. Eso impresionará a tus amigos del cluster empresarial en el que no deberías estar. Lo que te va a servir a tí es cuanto EBITDA quede en tu empresa, y cuánto beneficio neto.
Lo importante en un negocio no es cuanto vende, sino cuánto gana.
El EBITDA no sirve para todo
A pesar de su utilidad, el EBITDA tiene varias limitaciones importantes que debes tener en cuenta:
No mide el flujo de caja real: como veremos más adelante, el EBITDA no te dice cuánto dinero hay en el banco. Puedes tener un EBITDA espectacular y estar al borde de la quiebra por problemas de liquidez e insolvencia.
Ignora la inversión necesaria: si tu negocio invierte mucho en mantenimiento o actualización de activos, el EBITDA puede ser demasiado optimista.
No tiene en cuenta ciertos riesgos: los impuestos y los intereses son riesgos reales. Ignorarlos completamente puede llevar a conclusiones erróneas sobre la salud del negocio.
El EBITDA es una herramienta, no una verdad absoluta. Úsala como tal.
EBITDA vs flujo de caja: los primos lejanos
Una confusión común es pensar que el EBITDA y el flujo de caja son lo mismo o son muy parecidos. No lo son. Es como confundir una foto con la película completa. Ambos están relacionados, pero representan cosas distintas.
El EBITDA es contabilidad: muestra cuánto genera tu negocio antes de impuestos, intereses y conceptos contables superfluos. Es una medida de rendimiento operativo.
El flujo de caja es realidad: habla del dinero que realmente entra y sale de tu cuenta bancaria. No todo lo que vendes lo cobras, y a lo mejor no todo lo que debes lo pagas en el momento. Esa ya es una diferencia fundamental. Otra es que las salidas de dinero por inversión se producen cuando compras el activo, no como indica la amortización. Si pagas 500K hoy, salieron del banco hoy. No salen 100K cada año como te podría decir la amortización.
Descalce de plazos: imagina que vendes un producto caro a crédito. Tu EBITDA habrá tenido en cuenta esa venta como ingreso, pero tu flujo de caja te enseñará la dura realidad de que todavía no has visto un euro. O al revés: puedes retrasar pagos a proveedores. Así, mejoras tu flujo de caja sin afectar al EBITDA.
El EBITDA y el flujo de caja son importantes y diferentes, por lo que te interesa entender la utilidad de ambos.
Cómo usar el EBITDA en el mundo real
Algunos ejemplos de su utilidad en la práctica:
Diagnosticar problemas: Si una empresa tiene un buen EBITDA pero un mal beneficio neto, puedes investigar dónde están los problemas: mala política de financiación con altos intereses, impuestos mal gestionados, etc.
Valorar empresas: Es común usar múltiplos de EBITDA para calcular el valor de una empresa rápidamente. Por ejemplo, si una empresa tiene un EBITDA de 10 millones y el sector muestra transacciones de venta por un múltiplo de 8, su valor aproximado podría ser de 80 millones. Cien asteriscos de precaución en este punto, pero quédate con la idea básica.
Tomar decisiones estratégicas: Un EBITDA alto puede indicar que las operaciones están funcionando bien, lo que podría justificar una expansión. Por el contrario, un EBITDA bajo podría señalar problemas operativos que necesitan solución antes de crecer.
Una herramienta, no una religión
El EBITDA es un buen punto de partida, no una meta.
El problema con el EBITDA no es el concepto, sino cómo lo usamos. Algunas empresas y analistas lo ven como la respuesta a todo.
No lo es.
Es solo una forma de ver las cosas, una lente que enfoca ciertos aspectos y desenfoca otros. Como toda herramienta, puede usarse bien o mal.
Por eso, entender el EBITDA va más allá de aprender a calcularlo y saber el significado del acrónimo. Significa interpretar qué representa y conocer sus límites.
El conocimiento no está en la fórmula. Nunca lo está.
Cuando lo usas correctamente, puede ser una brújula valiosa en el mar del análisis, inversión y dirección de empresas.
En el fondo, el EBITDA es una forma de buscar la verdad del negocio analizando su núcleo.
Pero no olvides que esa verdad siempre será parcial. La realidad completa incluye impuestos, intereses, los conceptos contables de depreciación y amortización, y tener en cuenta también la perspectiva del flujo de caja.
Lo que más me gusta es aprender. Eso también es cierto para conocer qué te ha parecido este artículo y qué te parece La Forja.
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