#66 - Si no eres un clon, ¿por qué sigues métodos estándar de otros?
Las recetas estándar no te funcionan, pero te permiten ganar status en Instagram enseñando cómo las sigues.
Gracias a los suscriptores que llevan en La Forja mucho tiempo y gracias a los nuevos que se van uniendo.
Artículos clásicos de La Forja por si no los has leído aún:
Esta semana te recomiendo estos artículos para que te pongas al día o para que los refresques:
As such, there is no one-size-fits-all approach that anyone can offer you. The hot water that softens a carrot will harden an egg.
Clayton M. Christensen
Lo estándar en un mundo de personas diferentes
Los métodos estándar pueblan Internet, los libros de productividad, de hábitos, los podcasts y el mundo en general.
Esos métodos tienen un problema fundamental: son estándar.
Una pregunta:
¿Tú eres igual a todas las demás personas?
Y si no lo eres, ¿por qué utilizas métodos estándar?
Interesante...
Aplicarte un método estándar sin criterio es como tomarte la medicina de otro esperando que te cure lo tuyo.
Vayamos un poco más allá:
¿Qué significa estándar en un mundo donde las personas son únicas?
Es difícil saber exactamente a quién va dirigido un método estándar.
Porque no hay personas estándar.
Te dejo esa base conceptual. Sopésala cuando estés 10 minutos sin mirar el móvil...
Cuando logres darle el teléfono a tu hermano y que te lo esconda durante 1 hora, dedica 10 minutos a pensar en:
Cuántas cosas "estandarizadas" haces.
Cuántas no te funcionan, pero sigues haciéndolas.
Hay métodos estándar para cualquier cosa imaginable:
Dietas.
Ejercicio.
Productividad.
Horarios.
Formas de resolver problemas: hay rumores de degenerados que usan un DAFO para cualquier cosa.
Etc.
Si un método es estándar, sirve para todos. Y cuando algo sirve para todos… es muy fácil que no sirva para nadie.
Los métodos estándar son un error si pretendes utilizarlos como, de hecho, se suelen vender: métodos que funcionan para todos sin adaptación. Por eso son métodos estándar.
No existe el método Pomodoro tuyo.
Existe el Pomodoro. Estándar.
No existe la dieta Paleo tuya.
Existe la Paleo. Estándar.
No existe el DAFO tuyo.
Existe el DAFO. Estándar.
And so on and so forth.
Los métodos no son una religión. Pero hay quien reza el Pomodoro mirando hacia la casa de su influencer de cabecera.
Cualquier cosa que aprendas que entre en la categoría de "método útil para resolver un problema en mi vida", deberías poder, al menos, personalizarlo. Si el método no permite eso, ya puedes empezar a sospechar que hay algo raro en las ganas de utilizarlo de forma estándar y en venderlo de esa misma forma.
Porque no hay personas estándar. En eso ya estabas de acuerdo.
La estandarización de tu vida es cómoda porque te exime de pensar.
A partir de ese punto, el de la posibilidad de personalización, también tienes que contemplar otro: puede que no te sirva a ti. Ni estándar, ni personalizado, ni de ninguna manera.
Sí, puede que el Pomodoro no te sirva a ti.
Quién se lo iba a decir a los dioses de la productividad.
Qué insolencia por tu parte.
No vayas a comentarlo delante de tus amigos, no sea que te excomulguen de su secta de productividad basada en la vida real de Instagram.
Muchos se estrellan porque intentan vivir como sus gurús, pero sin su genética, ni su contexto, ni su vida.
Los métodos son herramientas, no elixires mágicos
Cualquier método es una herramienta para resolver un problema.
Existen métodos para aplicar en tu vida o en cualquier otro ámbito, como para construir un puente que funcione.
Un método aprendido y aplicado según lo desempaquetas y lo sacas de la caja, sin el mínimo planteamiento de si te sirve a ti o no, puede no funcionarte.
Peor aún: puede hacerte daño.
No es por el método.
Es porque cualquier herramienta utilizada sin criterio, sin plantearte si la tienes que personalizar o incluso descartar, tendrá ese problema.
Aplicar sin pensar es el nuevo analfabetismo.
¿Conoces a alguien que aplique algún método estándar para mejorar su vida y que le pase algo de esto?:
Le genera más preocupación al ver que su problema no se resuelve, pero no saben por qué es.
Le impide resolver su problema, porque sigue aferrado al método, lo que evita que pueda encontrar lo que sí se lo podría solucionar.
Acaba decepcionado y cansado después de un tiempo (semanas, meses, años) al descubrir que sigue en el mismo sitio. No ha conseguido mejorar nada su problema.
Acaba incluso peor que cuando empezó con el método porque ha estado aplicando algo que empeora su problema, lejos de resolverlo.
¿Ese alguien al que conoces, eres tú?
No necesitas otro método. Necesitas menos autoengaño.
Energía vs Tiempo: nace Pilöngo ©
Déjame que te cuente un descubrimiento que hice en mi propia vida.
Con la edad que tengo, he hecho ya unas cuantas cosas. Solo en lo profesional y abreviado en cuatro elementos:
Trabajar como un cabrón.
Dirigir empresas.
Emprender.
Invertir.
En todo este tiempo haciendo esas cosas, no necesariamente en ese orden, y no necesariamente de una en una, me fui dando cuenta de algo:
El tiempo no era mi variable a optimizar, sino la energía. La energía cognitiva y emocional, en concreto. No la física.
A lo largo de los años, he hecho de todo con la organización de mi semana y de mi calendario:
Varios métodos de gestión del tiempo: Time Boxing, Time Blocking, Pomodoro, Pilöngo © (¿ves?, lo he colado ahí y ni siquiera te has dado cuenta o, peor aún, acabas de abrir otra pestaña para buscar ese método que no conoces. Lo has hecho, ¿verdad, degenerado?), GTD, etc.
Métodos personalizados creados por mí para crear un mix de tipos de tareas que fuera sostenible en mi semana.
He tenido asistentes personales y he pasado a casi no mirar mi calendario.
He vuelto a gestionar mi agenda personalmente con un enfoque diferente.
He respondido a todo lo que me llega para "estar al día".
He dejado de responder decenas de correos y Whatsapps.
He dejado incluso de leerlos, no ya de responderlos.
Creo que, como muchos, he probado diferentes métodos para intentar hacer encajar mejor mi vida profesional y mi vida en general.
Todos esos métodos estaban basados en la idea del Tiempo como variable principal: tienes un tiempo al día. Tienes un tiempo a la semana. Optimízalo y encuentra la manera en la que puedes sacarle mejor el jugo sin autodestruirte por el camino.
Bien.
No será entonces por no haber probado métodos. Por no haber preguntado a amigos altamente productivos cómo gestionaban su día a día y su semana. Por no haber tenido a amigos coucheándome para eso.
Y te estoy hablando de analizar métodos, utilizarlos de manera estándar, personalizarlos para mí y también de crear mis propios métodos. Es decir: no pretendo desde hace mucho tiempo utilizar algo estándar y aplicarlo según lo saco de la caja. Sino que pondero si me sirve a mí, por qué sí o por qué no; si lo tengo que modificar o descartar.
Tras un millón de iteraciones y muchos años, me di cuenta de que mi variable a optimizar no era el tiempo, sino la Energía Cognitiva y Emocional, a lo que llamaré Pilöngo ©, para ahorrar palabras.
La energía física tampoco era la variable a optimizar. Esa se recupera muy rápido descansando y durmiendo, al menos para mi.
Te cuento por qué me fui dando cuenta de que la clave para mí era empezar por el Pilöngo ©.
En el pasado, observaba que podía tener tiempo físico para hacer una cosa, pero si la hacía, consumía demasiado Pilöngo ©. Si no la hacía, lograba preservarme y acabar el día sin haber agotado completamente la batería de Pilöngo ©.
Hay tareas que son cortas en el tiempo, pero intensivas en Pilöngo ©. Por ejemplo, hacer varias llamadas telefónicas puede ser menos de media hora.
¿De qué tratan esas llamadas?
¿Con quién vas a hablar?
Eso determina si pueden consumir mucho Pilöngo © o no. Llamar al taller para pedir cita no me consume Pilöngo ©. Hablar con alguien de mi equipo sobre cómo vamos a hacer un proyecto, puede que sí. Hablar con un cliente sobre un problema que tiene, puede requerir bastante Pilöngo © por mi parte. Pueden ser llamadas intensivas en Pilöngo © para mi.
Hay tareas que me llevan horas y horas, pero no me consumen Pilöngo ©. Incluso hay tareas que me recargan Pilöngo ©.
Sí.
Recargan.
Entrenar me recarga Pilöngo ©. Me cansa físicamente. Pero me recarga Pilöngo ©.
Trabajar en algo que me gusta, yo solo, como escribir este artículo, me recarga Pilöngo ©.
Hay tareas que son Pilöngo © neutral: las hago y ni descargan ni cargan. Por ejemplo: llamadas para poner reuniones. La llamada no va a ser intensiva en recursos ni cognitivos ni emocionales. Es transaccional. Eso ni me quita ni me da. Podría estar horas haciendo eso (si quisiera tirar el impacto de mi trabajo a la basura en reuniones) y no se movería la rayita de la batería, sino de forma mínima.
Esto fue desembocando, poco a poco, en que mi sistema propio para gestionar mi día y mi semana se basara en la energía cognitiva y emocional.
En el Pilöngo ©, no en el tiempo.
No planifiques solo lo que quieres hacer. Planifica también lo que te va a desgastar.
Hoy, la pregunta clave para mí al planificar mi día y mi semana es:
¿Cuánto Pilöngo © me va a consumir lo que he planificado para hoy y para esta semana?
Esa pregunta es la que manda, sobre la priorización, el calendario, los horarios y las tareas. Todas esas cosas existen, claro. Pero existen subordinadas a cuánto Pilöngo © tengo disponible y cuánto es sostenible que ponga cada día y en la semana.
Si, al planificar, me doy cuenta de que lo que he puesto para el día es demasiado en términos de Pilöngo ©, entonces tengo que quitar cosas. Quito cosas que consumen Pilöngo © y pongo de las que me recargan Pilöngo ©.
Por eso es obligatorio que separe una hora y media para entrenar. Por ejemplo.
No es opcional.
Sé que tengo que entrenar hoy o me voy a quemar con el día que tengo planificado.
Agotaré mi Pilöngo ©.
Y no es una buena idea agotar el Pilöngo ©.
No es una pérdida de productividad.
Es una ganancia porque voy a producir más en el medio plazo, aunque hoy produzca menos. También voy a producir mejor porque voy a tener más claridad mental y relajación por haber entrenado.
Tardé mucho tiempo en entender esto y mucho más en aceptarlo e integrarlo en mi vida después de entenderlo. Me costó aceptar que dejar de producir valor pudiera ser mejor para producir, en realidad, más valor.
Hay cosas que son sencillas de entender una vez descubiertas. Pero son difíciles de interiorizar y ponerlas en marcha.
Este concepto, que forma parte central del sistema propio con el que funciono, es un ejemplo de lo que te he contado en muchos artículos, como en:
#63 - Conocerte a ti mismo: alinearte con lo que eres y trabajar en lo que quieres ser
#48 - El mayor status es lograr ser tú mismo
Conócete a ti mismo.
Fíjate si le doy importancia a lo que dijo Sócrates.
Para mí, el Pilöngo © es la variable clave.
Puede ser que para ti la variable clave no sea el Pilöngo ©. Podría ser que no fueras Pilöngo © compatible y, más seguro aún, es que todo lo que a mi me recarga a ti no lo haga y viceversa.
Fíjate en esto: una persona más introvertida tendrá tendencia a descargarse en contacto con otras personas. Interactuando con ellas. Necesita su tiempo sola para recargarse. Una persona extrovertida tenderá a lo contario.
¿Tú eres de los que te recargarías saludando en la puerta de la fiesta a todo el que entra o de los que preferirías pasar cuanto antes a un reservado con tus amigos?
Sólo con esa diferencia, ya te van a consumir Pilöngo © cosas distintas.
Tengo un reto para ti
Conócete a ti mismo.
Eso es abstracto.
Sí.
Por eso es un principio y por eso es potente: porque encapsula todas las posibles instancias concretas.
Por eso es tan jodido de concretar también.
¿Cómo me conozco a mí mismo?
¿Qué coño significa eso, Sócrates?
¿Es una de esas cosas de filósofo que quedan bien para parecer sabio y que nadie entiende?
Podrías clamar.
Hoy quiero ayudarte a concretarlo para esta dimensión de tu vida.
Te propongo un reto:
Deja el móvil 1 hora en un cajón de una habitación a la que no vayas a ir con facilidad. Sí, con dos cojones. Verás que no pasa nada.
Empieza a conocerte a ti mismo en la dimensión de qué sistemas se pueden adecuar mejor a cómo eres.
Utilizar sistemas sin conocerte es como hacerte un traje sin tomarte medidas.
¿Qué cosas crees que estás haciendo que, realmente... no funcionan para ti? Seguramente ya intuyes algunas. Date un tiempo y asegúrate de no dejar nada sin analizar.
Piensa en mi ejemplo del tiempo y la energía. Te dará un punto de partida sobre qué cosas estás dando por sentado, pero que puede que no tengan por qué ser así.
Haz una lista con potenciales cosas que pueden no funcionar para ti, pero las sigues aceptando y haciendo.
Si ves algún cambio claro, porque es evidente para ti, hazlo: modifica y personaliza un método que estés usando, un hábito o lo que sea.
Si crees que realmente no puede funcionar contigo: elimínalo. Busca otra forma en la que crees que podrías resolver ese problema.
Si el método no te sirve, no lo salves. Mátalo y haz espacio.
Esa búsqueda puede pasar por prueba y error y durar tiempo. Es normal. Céntrate en conseguir poner en marcha cosas que mejoren un poco el encaje del sistema contigo y que de los mismos o mejores resultados.
No tiene que ser perfecto a la primera, ni a la última, sólo tiene que ser mejor.
Apunta esto. Si pudieras diseñar tu día a tu gusto:
¿A qué hora te despertarías sabiendo que te vas a despertar más descansado?
¿A qué hora entrenarías? ¿Cómo? ¿Que no entrenas? ¿Si entrenaras porque creyeras que es bueno para tu salud física y mental, a qué hora te sentirías con más ganas?
¿En qué tipo de tareas trabajarías y en qué momentos del día? ¿Y de la semana?
¿Qué cosas querrías hacer sabiendo que te sienta bien hacerlo? No he dicho que te guste (como los donuts), sino que te sienta bien física o mentalmente, o ambas cosas a la vez. Tú sabes qué cosas son esas, te gusten más o menos.
¿En qué momento preferirías hacerlo?
Todas esas preguntas deben llevarte un ratito porque debes hacerte, para cada una de ellas, una pregunta posterior:
¿Por qué?
Quiero que vayas caminando el camino de entender por qué es así. Lo que significa que vayas andando el camino de conocerte a ti mismo.
Si no puedes explicar por qué haces lo que haces, estás obedeciendo, no eligiendo.
El por qué te indica cómo eres.
Como eres te pone en la pista de qué se alinea mejor contigo.
Eso, a su vez, te irá ayudando a descubrir, filtrar y crear los sistemas que se alineen con cómo eres.
Los sistemas que mejor se alineen con cómo eres son los que mejor te funcionarán.
No hay que ser un genio para saber eso; puedes estar pensando.
Sin embargo:
Te despiertas a las 6:00, aunque eres de cronotipo nocturno y te arrastras como un gusano durante 2 horas (ojalá fueran sólo 2) cada mañana.
Metes los genitales en agua helada a las 6:10 como ves en el Instagram de las personas que no tienen nada que ver contigo, pero quieres imitar.
Meditas durante 30 minutos, pero la meditación tántrica, que ahora es lo más, no las otras que ya no están tanto en Instagram.
Lees durante 1 hora un libro que tu falso profeta preferido ha recomendado en su lista de 52 libros a leerte este año. Ni lo entiendes ni te sirve de nada. Exactamente como a tu falso profeta, lo que te acerca cada vez más a él, si lo piensas. Pero te lo lees, y eso genera una buena foto en Instagram. Esa dopamina de señalizar status bien te vale esa hora perdida en algo que no tiene que ver contigo. ¿Cómo vas a confesar que te gusta leer bestsellers y sólo 2 al año? Entonces puede que estuvieras viviendo tu propia vida, y ¿quién puede permitirse eso?
Haces una práctica de gratitud con una copa vacía en un brindis al sol primigenio. Crees haber escuchado en un podcast que eso lo hacían los estoicos. Así que debe estar bien, porque "ser" estoico está bien. Y para todo el mundo.
Te bebes 2 Monster cuando te pones a trabajar para compensar la falta de sueño y poder hacer algo. La energía que sientes debe ser de cuando metiste los genitales en el baño helado. Está claro que tu sistema te está funcionando.
Sales a correr a 2,5 minutos el Km, que es como ves en Instagram que todos suben las fotos de su Garmin. Aunque tienes 42 ó 24 y vas a 600 pulsaciones porque no has corrido en tu puta vida. Pero este nuevo hábito te está transformando. Y lo notas.
Si algo de eso te suena, no creo que ya te parezca tan evidente la frase de que no hay que ser un genio para saber que los sistemas que mejor funcionan son los que mejor se alinean con cómo eres.
Seguir un sistema sin preguntarte si encaja contigo es como ponerte unos zapatos por lo bien que le quedan a otro.
Si no te suena nada, puede que seas perfecto.
En ese caso, lo tienes donde quieres.
No toques nada y sigue así.
Yo, por mi parte, seguiré trabajando en conocerme un poco mejor y en ir aplicando lo que mejor sepa distinguir que funciona para mi.
Si no eres perfecto, bienvenido al club. Te recomiendo que hagas lo mismo.
Así de simple es.
Así de difícil.
Fácil, difícil, popular o instagramable es irrelevante.
Si lo haces porque es fácil, eres débil. Si es porque es difícil, eres estúpido. Si es por status, lo estás haciendo por los demás: los hombres libres a veces buscan maneras muy estúpidas de hacerse esclavos.
Lo importante es que lo hagas por impacto; porque funcione para ti.
Y, ahora, hablemos de lo que has estado pensando desde hace un rato, porque eres un estratega y un bisnesman, y eso se nota:
¿Empaqueto mi método basado en la energía, lo llamo Pilöngo © y lo intento vender?
Puede que me llame algún podcaster que se levante a las 4:30 a meditar mirando a Saturno y me quiera entrevistar.
Yo no tengo tiempo, quiero decir, Pilöngo ©, para hacerlo solo.
Si quieres un 25%, mándame un mensaje y te encargas de la distribución.
Si logras que Tim Ferris hable conmigo de Pilöngo © como el nuevo life changing massive hack, pasas al 40%.
Lo que más me gusta es aprender. Eso también es cierto para conocer qué te ha parecido este artículo y qué te parece La Forja.
Cuéntame eso o cualquier otra cosa que quieras decirme mandándome un correo a josefortes@substack.com.